¿Quién se esconde detrás de la pluma de Charlotte Sometimes?. ¿ A
quién pertenece la mascara de Gregorio Sacher?. ¿Y Simona Tucena... será
el perfil travestido de algún macho Alfa que solo es capaz de
fluir a través de las palabras?.
No sabemos con exactitud quienes son
realmente estos enormes colaboradores que se presentan con
tan enigmáticos seudónimos. Lo cierto es que nos encanta convivir con
ellos y sus historias y sobre todo, seguir con ellos así, entre los pliegues de
sus deseos y confesiones.
Hace unos años un
amigo que comenzaba su experiencia como mago me propuso hacer
algunos números a propósito de un cumpleaños mío. Acepte
encantado, la magia siempre me resulto apasionante. A la madrugada,
envalentonados por los excesos, me introduje en un camino que
sabía podía desilusionarme, mas aun, sabía que tal
deseo, irremediablemente, se convertiría en arrepentimiento
horas después pasado el efecto, como muchas veces sucede cuando se disipa
el efecto de los excesos ( un apéndice: Excesos es el seudónimo de
algunas drogas ) ¿Cómo es este
truco?, le pregunté. Apenas lanzada la pregunta, rogué que mi
amigo mago mantenga lo que suponía una suerte de promesa mundial tacita entre
todos los magos del mundo, que no era otra que nunca develar los trucos, pero él
también, supongo que sabiendo que se arrepentiría, me contó el truco del
pañuelo.
A partir de esa perversa revelación, cada vez que veo ese truco,
no puedo evitar mirar lo que el mago intenta distraer, es decir, no hacer caso
a su prestidigitación, a su arte, al mago en si: a su seudónimo. Porque para
eso sirve el seudónimo, para concentrarse en una historia sin saber, o intentar
saber, quién es el que la cuenta.
Desde Fatale agradecemos y homenajeamos al “Seudónimo” porque
sabemos que con él muchas historias son y fueron contadas en absoluta libertad.
Y que gracias a esas historias se pudo conocer el pensamiento de grandes
hombres y mujeres que, sin ese seudónimo, los hombres de nombres reconocidos en
la historia no hubiesen dudado en eliminar.Andrés Casabona