Diseño de portada: LUCIANOH
Hace unos días recibimos un mail en el que nos ofrecían la adquisición, mediante intercambio económico, de una base de datos.
Dicha base, según la oferta, tenía exhaustivamente analizado el target de nuestro producto.
El resultado de la empresa que nos contactó arrojó que nuestro target eran hombres de entre 25 y 50 años, nivel socio económico medio, medio alto, con un interés en la fotografía, literatura, diseño y la cultura alternativa en general.
Mas allá de entender que la definición de un target siempre deja afuera mucho público, en nuestro caso mujeres (por suerte sabemos nos visitan muchas, además de tener varias colaboradoras habituales) y muchos otros que rebalsan la edad promedio del estudio, la oferta nos pareció interesante, sólo que de ahí a comprar una base de datos lo presumimos un paso hacia lo impersonal, hacia la falta de conocimiento real de a quién nos dirigimos. Desde luego, actualmente no podemos conmensurar a quién estamos llegando con tanta exactitud, pero confiamos en que los que se suman lo hagan por otros visitantes que nos recomiendan vía mail, link, boca a boca, comentario, o lo que sea.
Mas allá de entender que la definición de un target siempre deja afuera mucho público, en nuestro caso mujeres (por suerte sabemos nos visitan muchas, además de tener varias colaboradoras habituales) y muchos otros que rebalsan la edad promedio del estudio, la oferta nos pareció interesante, sólo que de ahí a comprar una base de datos lo presumimos un paso hacia lo impersonal, hacia la falta de conocimiento real de a quién nos dirigimos. Desde luego, actualmente no podemos conmensurar a quién estamos llegando con tanta exactitud, pero confiamos en que los que se suman lo hagan por otros visitantes que nos recomiendan vía mail, link, boca a boca, comentario, o lo que sea.
A propósito de este cúmulo de personas escogidas con tanto análisis y carente de alma, no pude dejar de asociarlo con aquella novela excepcional de Nicolai Gogol “Almas muertas”[1].
Con esto no pretendemos desmerecer ninguna base de datos, sólo pretendemos reafirmarnos en nuestro propio interés, que no es otro que hacer de Fatale un proyecto deseado, recomendado y multiplicado por el deseo de compartir
Con esto no pretendemos desmerecer ninguna base de datos, sólo pretendemos reafirmarnos en nuestro propio interés, que no es otro que hacer de Fatale un proyecto deseado, recomendado y multiplicado por el deseo de compartir
En cuanto al nuevo número que estamos por estrenar, se suma el trabajo de un fotógrafo que quisimos incluir desde el primer día. Y al que sólo me basta recordarlo, con su figura enigmática de barba larga y vestimenta negra para volver a estremecerme como esa noche de mayo en Madrid, cuando lo ví por primera vez, en lo que sería mi primera fiesta fetish y en la que él que me recibía como su organizador. Se trata del Antonio Graell, fotógrafo madrileño y referente esencial de las fiestas fetish de comienzo del nuevo milenio, además de un gran amigo.
Jimena Carballeda nos sigue deleitando, esta vez con un relato dulce y apasionado.
Recobramos "La futbolera", ilustración de Tomás Almodóvar de su serie pinup. “Marido aunque pegue”, otro virtuoso texto de Adrián Dubinsky.
Lelan de Lely el Abuelo trae, como siempre, una reflexión inquietante, en este caso sobre el pudor.
Y por supuesto, la mágica y transportante música de los Suspensivos Inflamables.
Un nuevo numero inspirado, como siempre, con el alma, inclusive con el alma de muchos que hace rato ya no están físicamente entre nosotros, pero que de ninguna manera consideramos muertos.
Andrés Casabona
[1] En este clásico de la literatura rusa su protagonista, Chíchikov, tiene la macabra misión de adquirir "almas muertas" sólo para inflar su posición social en la Rusia Imperial de mediados del siglo XIX, cuando aún existía la mano de obra esclava y las propiedades se vendían junto a éste excedente de mano de obra sometida, es decir, los terratenientes tenían derecho a vender sus propiedades sumando a su coste dicha mano de obra. Por ende, cuanto mas “almas” poseía el dueño, mayor su oferta. Al ser “almas muertas” Chíchikov las compraba mas baratas, con la idea de posicionarse ante el gobierno central (que ignoraba si esa gente vivía o habían perecido) y así, dada la cantidad de siervos que llegaba a poseer, éste le diera el enorme préstamo que buscaba.
Recobramos "La futbolera", ilustración de Tomás Almodóvar de su serie pinup. “Marido aunque pegue”, otro virtuoso texto de Adrián Dubinsky.
Lelan de Lely el Abuelo trae, como siempre, una reflexión inquietante, en este caso sobre el pudor.
Y por supuesto, la mágica y transportante música de los Suspensivos Inflamables.
Un nuevo numero inspirado, como siempre, con el alma, inclusive con el alma de muchos que hace rato ya no están físicamente entre nosotros, pero que de ninguna manera consideramos muertos.
Andrés Casabona
[1] En este clásico de la literatura rusa su protagonista, Chíchikov, tiene la macabra misión de adquirir "almas muertas" sólo para inflar su posición social en la Rusia Imperial de mediados del siglo XIX, cuando aún existía la mano de obra esclava y las propiedades se vendían junto a éste excedente de mano de obra sometida, es decir, los terratenientes tenían derecho a vender sus propiedades sumando a su coste dicha mano de obra. Por ende, cuanto mas “almas” poseía el dueño, mayor su oferta. Al ser “almas muertas” Chíchikov las compraba mas baratas, con la idea de posicionarse ante el gobierno central (que ignoraba si esa gente vivía o habían perecido) y así, dada la cantidad de siervos que llegaba a poseer, éste le diera el enorme préstamo que buscaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa tu opinion, por favor deja tu comentario