domingo, 5 de febrero de 2012

Portada y Editorial. "Seudónimo"



¿Quién se esconde detrás de la pluma de Charlotte Sometimes?. ¿ A quién pertenece la mascara de Gregorio Sacher?. ¿Y Simona Tucena... será el perfil travestido de algún macho Alfa que solo es capaz de fluir a través de las palabras?. 
No sabemos con exactitud quienes son realmente estos enormes colaboradores que se presentan con tan enigmáticos seudónimos. Lo cierto es que nos encanta convivir con ellos y sus historias y sobre todo, seguir con ellos así, entre los pliegues de sus deseos y confesiones.
Hace unos años un amigo que comenzaba su experiencia como mago me propuso hacer algunos números a propósito de un cumpleaños mío. Acepte encantado, la magia siempre me resulto apasionante. A la madrugada, envalentonados por los excesos, me introduje en un camino que sabía podía desilusionarme, mas aun, sabía que tal deseo, irremediablemente, se convertiría en arrepentimiento horas después pasado el efecto, como muchas veces sucede cuando se disipa el efecto de los excesos ( un apéndice: Excesos es el seudónimo de algunas drogas ) ¿Cómo es este truco?, le pregunté. Apenas lanzada la pregunta, rogué que mi amigo mago mantenga lo que suponía una suerte de promesa mundial tacita entre todos los magos del mundo, que no era otra que nunca develar los trucos, pero él también, supongo que sabiendo que se arrepentiría, me contó el truco del pañuelo.
A partir de esa perversa revelación, cada vez que veo ese truco, no puedo evitar mirar lo que el mago intenta distraer, es decir, no hacer caso a su prestidigitación, a su arte, al mago en si: a su seudónimo. Porque para eso sirve el seudónimo, para concentrarse en una historia sin saber, o intentar saber, quién es el que la cuenta.
Desde Fatale agradecemos y homenajeamos al “Seudónimo” porque sabemos que con él muchas historias son y fueron contadas en absoluta libertad. Y que gracias a esas historias se pudo conocer el pensamiento de grandes hombres y mujeres que, sin ese seudónimo, los hombres de nombres reconocidos en la historia no hubiesen dudado en eliminar.

Andrés Casabona         

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