domingo, 30 de octubre de 2011

Mistress Natalie. Por Gregorio Sacher.

El desenlace:



Dices que el límite es incierto. ¿Puede ser que detrás de esa incertidumbre exista el límite definitivo, la muerte?

Los aficionados al SM solemos utilizar tres palabras para definir nuestras prácticas: Safe, Sane and Consensual (seguro, sensato y consensuado). Jamás se corre ningún riesgo.

O sea que el límite no es sólo cuestión de una mente sumisa.

Para nada. Quien domina también tiene sus límites. Me he topado con personas con un nivel de masoquismo tremendo, deseosos de verdaderas torturas, a las que si accedes corres el riesgo de toparte con el límite definitivo.

¿Por qué siempre afirmas que lo tuyo es una dominación que te acarrea satisfacción más mental que física y que el sexo no tiene cabida, al menos no explícitamente?

El BDSM no es una práctica sexual explícita (como puede ser el coito), aunque tiene, evidentemente, un contenido sexual, pero sublimado. El sumiso goza previamente al encuentro con su mente, sufre-goza durante la sesión y continúa gozando posteriormente con sus recuerdos. Es bastante frecuente que el sumiso no alcance la eyaculación durante su encuentro con el ama. Otra de las fantasías más habituales es la utilización de cinturones de castidad, que impiden el orgasmo del esclavo durante períodos más o menos prolongados.

¿En qué consiste el placer mental que experimenta un ama?

Creo que cualquier mujer sentiría una gran satisfacción de tener esclavos y sumisos entregados, sin necesidad de sexo explícito y sin más placer que el suyo propio. Lo más curioso de un internado es que uno de los momentos de más placer del esclavo viene cuando percibe que está privado de su libertad y que no sabe exactamente cuándo voy a aparecer para castigarlo. ¿Puede haber relación erótica más mental que ésta? U otra persona que desea ser humillada hasta ser depósito de lo más escatológico de mi ser, y que luego de haberlo hecho se siente en medio de una felicidad inconmensurable sólo por recordarlo, y porque al fin tuvo la valentía de experimentarlo. A mí me vienen personas con deseos inconfesables, que incluso les avergüenzan, y por una vez los pueden hacer realidad.

¿Realmente consigues que los sumisos entren en tu juego sin ceder a impulsos sexuales, digamos, más inmediatos?

El BDSM es una fantasía sexual para la mayoría que me visita y, si bien repruebo cualquier asociación con el sexo, es difícil controlar siempre el ímpetu de los sumisos, pues muchos llegan a eyacular sin mas estímulo que el visual, una frase determinada o la flagelación. Pero la simple negación del orgasmo puede resultar mucho más excitante y estimulante.

¿Y cuál es el goce más íntimo que puedes tener como ama ante tu esclavo?

Mi satisfacción está en saber que me deben algunos de los momentos emocionalmente más significativos de sus vidas. Ver sus semblantes de felicidad produce una satisfacción extraordinaria.

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