lunes, 21 de marzo de 2011

El culo de ella

“Un culo apasionado, esas nalgas, carne sublime, alma pura, pulpa fina, purísima redondez, blanca, rica, estriada de azul, esa raya de excitante perfume, de un rosa oscuro, generosa y carnosa"  Paul Verlaine.


Decirle cola sonaría más suave, pero como escribía el poeta Verlaine, llamarlo así, además de ser su nombre exacto, tiene una resonancia erótica que de otra manera no se podría simbolizar.
Cuando la conocí, fue reticente en ofrecerlo, pero después los días, el deseo compartido fue aflojando sus resistencias y dejó que lo mirara obsesivamente, porque no me parecía nada común, y mis fantasías se dispararon. No se si es imaginación mía, ya que los culos pueden ser de diversas formas, alzados,, caídos, redondeados, manzaneros, intrascendentes, chatos, perfectos pero sin atractivo alguno.
Pero el de ella me mostró una realidad que no conocía, o solo es producto de mi desbordada creación.
Cuando lo vi por primera vez sentí que su voluptuosidad me desbordaba y ahora que comparto muchas noches con él, siento que se ha apoderado de mi voluntad. No puedo mirar otros, siempre está siempre se me aparece. Y no sé si es sueño, si es realidad pero ahí está y veo como el comienzo de esa raya rosada termina en un laberinto almendrado húmedo, con pelito cortos y ralos que anuncia la magnificencia de sus profundidades.. La piel se oscurece un poco más cuando se va entrando en él con la mirada, y antes de explorarlo solo cabe dejarse estar en una contemplación larga y dilatada para poder nutrirse de la belleza de sus formas.
Es sólido, caliente, y al tocarlo es como si todas sus terminaciones nerviosas se pusieran en alerta porque la caricia lo despierta. Al abrirlo despaciosamente para que ella vaya sintiendo cada vez más sensaciones que le den placer, se ve el esfínter oscuro, con rugosidades en la entrada como todos, pero con el notable contraste de la piel interna, las mucosas  de un color rosado que se hace más intenso cuando la saliva permite abrirlo con cuidado. Es espléndido y movedizo, como si desprendiéndose del cuerpo que lo contiene, se convirtiera en un inacabado generador de placeres.
Desde esa primera vez, sus formas crecieron en mi imaginación, tomando dimensiones indefinibles, acurrucándose a mi lado para que le diera calor en el invierno, o exponiendo su belleza para recibir un masaje, caricias o besos que lo traspasaban.
Hace meses que lo contemplo en su pura realidad, en sus posiciones distintas. Cuando ella duerme lo veo de costado descansando una nalga sobre otra, con la raya rosa dividiendo esos dos alucinantes hemisferios, semicirculares y armónicos. Otras veces está exuberante, cuando ella está boca abajo, desafiando el espacio con su redondez voluptuosa, mientras unos  pequeños pliegues tocan el principio de sus muslos. 
Cuando  me lo ofrece  puedo contemplar su textura opulenta y graciosa y tocar su blandura suave y blanca
Las nalgas siempre se dejan acariciar lentamente, y se van abriendo hasta que mis manos las separan aun más y  se ve esa piel surcada por los pelitos imperceptibles que parecen defender la entrada mágica, la entrada al misterio
Allí encuentro ese esfínter, mostrando un universo distinto,  honduras calientes en un agujero de formas irregulares, donde se mezclan los colores de la piel, y donde las rugosidades de la carne son como el principio de un abismo, y el comienzo de un viaje sembrado de sensaciones al interior de ella.
Los pliegues tenuemente amarronados y rosa oscuros  son de una refinada exquisitez y de una fulgurante animalidad  que siempre presagia goces muy intensos, pero en extraña simbiosis se ve en él la pureza adolescente que todavía no ha sido explorada, ya que las pocas penetraciones no han dejado huella es ese sublime espacio de carne tibia.
Ver el centro palpitante cuando se abre y exhala el olor de la noche y de las madrugadas, es reconocer allí todos los misterios inefables de la sexualidad, donde se unen la hembra, la mujer, la adolescente que todo quiere descubrirlo.
Su culo es como una geografía multiforme que no me canso de admirar. Es como un pequeño universo donde se encuentra todo lo que uno busca: los olores, los sabores, las formas, los distintos colores de la piel y sus diferentes texturas, el calor de la piel que cambia, y solo queda hundirse en él, ver como la nariz se nutre de sus aromas y la lengua se impregna de esos sabores milenarios 
En el primer encuentro  no se animó pero después fue mío sin limitaciones.  Y cuando acaricio ese túnel luminoso, el maravilloso espacio cerrado se dilata con lentitud y sus secreciones húmedas se mezclan con mi saliva  me cubren la yema de los dedos que se quedan brillando como si reflejaran un mar extraño o se derraman sobre mi nariz y mis labios que se enriquecen con esa savia brumosa y exquisita.
Lamer el culo de ella, es como olvidarse de la propia vida, para hundirse en un océano de sabores dulces y salados, sentir sus sustancias untuosas, ver como se transforma la carne por medio de una alquimia en puro amor hacia ese espacio que se apodera de mis ojos.
 Al hundir mi lengua en él ella tiembla, lo cierra y lo dilata con una simultaneidad de cadencias que erizan la piel. Las nalgas se contraen y se aflojan,  su cuerpo se mueve mientras los gemidos suaves surgen de su boca y se deja hacer porque está sintiéndose a si misma.
El culo de ella es un espacio sagrado, desbordante de vida y plenitud, y ya no puedo dejarlo.
Es bellamente salvaje,
Es suave, cálido, apacible y tibio.
Es como los volcanes que vomitan fuego
Es como un fragmento de la eternidad,
Como el destino.
Es una forma inmensa de tanta pasión
Que no lo olvido.
Es la carne hecha amor que se derrama,
Una parte indivisible de mi mismo.
Culo chupado, saboreado, lamido,
Olido, penetrado, acariciado,
Mirado, extrañado.
Espacio del orgasmo y del deseo
Espacio de la vida y de los sueños.
Penetrar ese culo adolescente no fue como otras veces, en las que el deseo de la piel lo hizo inevitable y fueron momentos que viví fragmentariamente, sin continuidad.
Penetrarlo fue  como si ella se apoderara de mi voluntad  y me es difícil apartarme ya que allí hay un calor animal, salvaje, primitivo que succiona mi pija para que no lo abandone más. Hay allí sensaciones distintas a la vagina, donde soy yo y puedo seguir siéndolo, pero en él todo cambia y soy como un esclavo sometido a sus formas, a sus deseos inevitables.
Cuando me alejo de ella, porque siento que me enajena la voluntad, son unos pocos días, porque la noche anuncia que viene a apoderarse nuevamente de mi. Su cuerpo aparece bello y estático y el culo avanza hacia mi, se abre, se apodera de mi cuerpo, me llena de sus olores abismales, me nutre con sus humedades, y ya no puedo escaparme.


En la tarde del domingo 13 de marzo


Angel Asiayn 

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