No sé como empezar a hablar del día de la mujer. Cualquier cronista empezaría por esbozar un recorrido meramente histórico, o bordear, si se quiere mayor profundidad, la vida personal de cada una de esas mujeres que murieron en 1857, en el incendio provocado por los dueños de la fábrica en la que esas mismas mujeres se deslomaban manteniendo una cama caliente, y que reclamaban por un máximo de doce horas de trabajo y remuneración en equidad con la percibida por los varones. Sin querer, o circunvalando lo obvio, ya hice la primera contextualización histórica. Sin embargo, la misma es errada, es un anacronismo instalado que no desmerece la lucha de las mujeres.
Si pensamos que esas mujeres pedían 12 horas de trabajo como máximo, podemos inferir con claridad que laburaban, por lo menos, unas catorce horas[1]. Terrible.
De todas formas, todas las historias tienen sus contrahistorias, sus elementos simbólicos que no terminan disonando con el fin perseguido, que sostienen desde el mito la realidad que se cuenta. La cultura de los pueblos ha funcionado de esa manera durante siglos. Por eso, no va a modificarse por un rigorismo historicista lícito el valor intrínseco que tiene, hoy más que nunca, el día de la mujer como lucha por la igualdad de géneros y equidad absoluta a la hora de tomar decisiones que, en definitiva, le hacen a la suerte futura de la tierra.
La versión que da cuenta del incendio del 8 de marzo de 1857 duró, como muchos otros mitos, hasta 2003. A partir de una nota de Dolores Farias, una profesora cearense, se generó una controversia que si bien dio por tierra con un relato instalado, no restó fuerza al impulso que han cobrado las mujeres y al valor de contar con un día de reflexión para alcanzar la equidad y la justicia para con el género que más amo. No muchacho, no alcanzará con regalar unas margaritas o unos jazmines, sino que será necesario reflexionar para empoderar al género femenino en cuestiones políticas, sociales, laborales y afectivas hasta lograr el equilibrio.
De todas formas, todas las historias tienen sus contrahistorias, sus elementos simbólicos que no terminan disonando con el fin perseguido, que sostienen desde el mito la realidad que se cuenta. La cultura de los pueblos ha funcionado de esa manera durante siglos. Por eso, no va a modificarse por un rigorismo historicista lícito el valor intrínseco que tiene, hoy más que nunca, el día de la mujer como lucha por la igualdad de géneros y equidad absoluta a la hora de tomar decisiones que, en definitiva, le hacen a la suerte futura de la tierra.
La versión que da cuenta del incendio del 8 de marzo de 1857 duró, como muchos otros mitos, hasta 2003. A partir de una nota de Dolores Farias, una profesora cearense, se generó una controversia que si bien dio por tierra con un relato instalado, no restó fuerza al impulso que han cobrado las mujeres y al valor de contar con un día de reflexión para alcanzar la equidad y la justicia para con el género que más amo. No muchacho, no alcanzará con regalar unas margaritas o unos jazmines, sino que será necesario reflexionar para empoderar al género femenino en cuestiones políticas, sociales, laborales y afectivas hasta lograr el equilibrio.
En la investigación publicada en la revista Brasil do Fato N° 1, de marzo de 2003, la profesora Dolores Frias, de la Universidade Federal do Ceará afirma que existió una confusión entre la solicitud realizada por Clara Zetkin, en recordatorio de la mítica huelga de 1857, y el incendio de 1911 en la fábrica Triangle Shirtwaist Company, un 25 de marzo de 1911 en el que murieron 146 mujeres, en su gran mayoría inmigrantes italianas y judías. La autora del artículo, basándose en un libro de la....
investigadora canadiense Renée Côté publicado en 1984, afirma que dicho incendio no existió y que existe una confusión debido a publicaciones erróneas anteriores y que los movimientos feministas de las décadas del 60, 70 y 80 tomaron como bandera una fecha confusa[2]. Este debate vino a reavivar uno provocado muchos años antes pero de escasa trascendencia, iniciado con la publicación de una nota de Naumi Vasconcelos de la Universidade Federal do Rio de Janeiro, quien directamente ponía en duda que siquiera hubiese existido la huelga de 1857[3]. Hay varios artículos y trabajos que investigan la misma hipótesis y Gianotti remarca los siguientes: “8 de Marzo: Conquistas y Controversias” de Eva A. Blay, de 1999; “El Mito de los Orígenes: sobre el Día Internacional de la Mujer” de Liliane Kandel, de 1982; y “8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer: en búsqueda de la memoria perdida” de la Sempreviva Organización Feminista (SOF), de 2000[4].
investigadora canadiense Renée Côté publicado en 1984, afirma que dicho incendio no existió y que existe una confusión debido a publicaciones erróneas anteriores y que los movimientos feministas de las décadas del 60, 70 y 80 tomaron como bandera una fecha confusa[2]. Este debate vino a reavivar uno provocado muchos años antes pero de escasa trascendencia, iniciado con la publicación de una nota de Naumi Vasconcelos de la Universidade Federal do Rio de Janeiro, quien directamente ponía en duda que siquiera hubiese existido la huelga de 1857[3]. Hay varios artículos y trabajos que investigan la misma hipótesis y Gianotti remarca los siguientes: “8 de Marzo: Conquistas y Controversias” de Eva A. Blay, de 1999; “El Mito de los Orígenes: sobre el Día Internacional de la Mujer” de Liliane Kandel, de 1982; y “8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer: en búsqueda de la memoria perdida” de la Sempreviva Organización Feminista (SOF), de 2000[4].
De todas maneras, la autora afirma que en la década del setenta, y luego de haberse constituido primero como día de la mujer socialista, luego como día de la mujer trabajadora y más tarde como un abarcativo Día de la Mujer, fue cuando se consolidó la lucha por la igualdad de género. En el medio, diferencias políticas, apropiaciones de simbología, la historia del ecuánime color lila como símbolo de lucha, a medias entre el rojo comunista y el azul republicano; o la diferencia entre anarquistas, que no reivindicaban al voto como un logro femenino ni de nadie; a las mujeres socialistas, quienes no eran bien vistas por la ortodoxia comunista que veía desvirtuada la fuerza en una lucha menor comparada con la gran gesta proletaria; o las sufragistas demócratas acomodadas y, en su mayoría, WASP (blanca, anglosajona y protestante); y en el medio las negras, las mujeres latinas luchando junto a sus hombres, las miles de mujeres asiáticas empujadas a las calles, la sustracción de los valores de los pueblos originarios, sustituido por un machismo abstruso e importado y el inicio al culto a las madres de los pueblos llenos de hijos sin padres a partir del siglo XV y la expansión capitalista, el puntapié globalizador.
Sin duda, y a medida que avanzó en esta nota, glosa, homenaje o como se denomine, voy encontrando miles de aristas por las que se ha deslizado el devenir femenino desde hace siglos, la participación femenina en los imperios, en las mitologías, en la constitución de valores, en la temporización inteligente, en la sensibilidad fina, de una especificidad tal que puede suscitar a su alrededor nirvanas de paz y remolinos de una violencia inusitada. Son muchos los autores que se han dedicado a estudiar la historia de las mujeres[5], y también podríamos caer en el facilismo de nombrar a aquellas grandes mujeres de la historia y de la ciencia; o el rol del género en diferentes períodos o civilizaciones. Pero en verdad, imagino que las iremos mencionando en próximas publicaciones, por lo que prefiero referirme a la mujer de a pie, aquella que con el genérico nombre de mujer llevó sobre sí la ignominia de la invisibilización, de la profanación, del insulto y la agresión y que aun hoy, más a la luz que nunca, continua flagelada y victimizadas constantemente. Claro que son inmensamente fuertes y el nivel de organización y contención a sus congéneres es inaudito y preciso, solidario y de crecimiento exponencial.
Para no extraviarme en un mundo tan rico y admirado como el femenino, voy a tener que circunscribir la presente nota a algunos tópicos que siempre darán la sensación de acotado, al menos a este atribulado cronista, pero al ser constante motivo de admiración en mi vida, es natural que gran parte de mis elucubraciones cotidianas las ocupen las mujeres. Es por ello que todo el tiempo las pienso, incluso, desde la semántica.
En algunos idiomas las palabras tienen sus propios géneros y los pronombres que incluyen a hombres y mujeres no utilizan el masculino sino una tercera opción que manifiesta que se refiere a hombres y mujeres: un ejemplo claro y a mano es el italiano. Muchas veces pensé que podría sugerirse como opcional la terminación en I para referirse a ambos sexos. Por ejemplo: para decir todos y todas alcanzaría con decir todis. Por supuesto que este tipo de devaneo sin sustento de conocimientos lingüísticos no es más que un avance y una idea para aquellos lingüistas que creen en la equidad investiguen y aconsejen la forma correcta. A propósito, Teresa Meana Suárez, en su artículo “El sexismo en el lenguaje” dice que “Así como la sociedad es racista, clasista, heterosexista, la lengua también lo es”[6], y hace mención a la validez de las palabras, a la utilización por parte de las elites y a una imposición casi inconsciente que genera diferencias desde la sola mención de, en este caso, la otra. En el androcentrismo lingüístico yace implícito un desprecio, una misoginia encubierta y afincada en siglos de inconsciencia machista, en conciencia de odio de género, en una más de las debilidades que muestra la sociedad en forma de rechazo a lo diferente, a lo que no se intenta siquiera comprender.
La matriz de pensamiento que nos define, que nos convierte en sujeto político, también es moldeada por el lenguaje y sus valores subyacentes; así, la opresión, el menosprecio, el paternalismo, la mirada de quien mira a una ser que considera inferior se va constituyendo con el lenguaje y, por supuesto, con los hechos del día a día en el núcleo familiar y social.
A raíz de un trabajo de corrección sobre la participación política de la mujer indígena en Latinoamérica[7], en uno de los artículos de la excelente compilación de Andrea Pequeño, me llamó la atención a un dicho recogido en las reuniones de mujeres kichwas de Ecuador, que decían: “marido es, aunque pegue, aunque mate”. La unión indisoluble al marido, la verticalidad en la relación que provee de existencia a la mujer a partir de la existencia masculina es una constante en muchos lugares del mundo, y es natural en muchas culturas que la vida de la mujer dependa del hombre no solo por la defensa que este realiza ante otros hombres o la comunidad, sino porque tiene en su propio puño a la vida de su esposa.
En los últimos meses hemos visto salir a la superficie varios casos de femicidio -creo que existieron siempre aunque con menos difusión- y hemos asistido al adormilamiento y la naturalización que ofrecen los medios de comunicación. Como la saña, los pirofemicidios, el odio visceral a la mujer y el femicidio atemperado bajo la denominación de crimen pasional han devastado no sólo la vida de mujeres, lo que bastaría para constituirse en un tema de alerta, sino que ha finiquitado la existencia de cientos de familias como tales. El femicidio como tal, es por definición la muerte de una mujer por el hecho de serlo. El término lo impulsó la activista sudafricana Diane Russell y fue utilizado por primera vez en público en su testimonio frente al Tribunal Internacional sobre Crímenes contra las Mujeres, en 1976 en Bruselas. Años más tarde publicaría un libro titulado Rape in Marriage (Violación en el matrimonio)[8], y definiría femicide como “la muerte de mujeres por el hecho de serlo”. La palabra es habitualmente traducida al castellano como femicidio o feminicidio.
Las problemáticas que aquejan a las mujeres del mundo son diversas y deben ser contextualizadas. No es lo mismo una mujer de la amazonía que una del desierto de Gobi, o las de Ciudad Juárez, pero algunas problemáticas son generales para todis aquellis que accedan a esta nota, y aunque algunas parezcan anacronismos o exageraciones son situaciones que aún se pavonean en nuestra realidad, que allá o acá, cerca o lejos, en definitiva, existe: el aborto seguro y no punible, la igualdad laboral, el derecho a elegir pareja, el femicidio, la trata, la prostitución, la ablación clitoriana, la lapidación, el abuso, la violación, la falta de reconocimiento a las actividades consideradas “femeninas”, la falta de participación política en igualdad de condiciones, etc. No existe forma de darle un orden de prioridades a las anteriores calamidades, pero desde la aberración que significa cada una de ellas, y aunque muchos varones nos sintamos lejos de tales barbaridades, el sólo hecho de mandar a una mujer a “lavar los platos” implica acercarse a la legitimación de cualquiera de las atrocidades descritas en la oración precedente.
El aborto es un tema que hoy interpela a la sociedad. Hace no mucho, en una nota escrita por Mariana Carbajal y publicada en Página 12, la autora se refería al aborto, y de hecho titulaba la nota “El aborto también es cosa de hombres”, a la responsabilidad de toda la sociedad, y mencionaba a un grupo de hombres chaqueños que ante la posibilidad de una alianza entre fundamentalistas católicos y evangélicos para obstruir una posible discusión sobre el aborto en el Congreso afirmaban que “las mujeres, niñas y jóvenes que llegan a optar por interrumpir voluntariamente un embarazo pueden ser nuestra hija, nuestra hermana, madre, novia, amiga, compañera de trabajo, de estudio o nuestra vecina”. Entre los firmantes se encontraban Marcelo Salgado, coordinador del Instituto de Investigaciones Sociales Económicas y de Participación Ciudadana, el médico Alfredo Zurita, especialista en salud pública y profesor de la Facultad de Medicina de Universidad Nacional del Nordeste, con sede en la ciudad de Corrientes, el pastor Raúl Gleim, de la Iglesia Evangélica Luterana Unida; el sociólogo y el docente de la UNNE César Abel Gómez; el abogado Cristian Gaczynsky; los periodistas Bruno Martínez, Brian Pellegrini, José Luis Bres Palacios, Marcelo Tissenbaum y el subdirector del portal El Diario Chaco, Cristian Muriel. En la declaración afirmaban que de los 500.000 abortos que se practican por año en la Argentina el 99% es practicado a mujeres que tienen alguna religión, por lo cual es un tema que atañe también a la comprensión de los diferentes credos que existen en el país.
En “La mañana” de Radio Continental, la investigadora Beatriz Cohen, del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género, precisó que se realizan por año sesenta mil abortos y pierden la vida cien mujeres, que representan el 29% de la mortalidad materna[9]. Las cifras pueden variar, pero es escalofriante de cualquier jeito. En su edición del 30 de julio de 2010, Las 12, el suplemento femenino de Página 12 ubica la cantidad de decesos en 3.000 mujeres desde el regreso de la democracia[10]. Controversias aparte, si queremos desnaturalizar el dolor y la injusticia, el primer paso es sentir cada muerte como propia, condolerse en la excelencia del término y poder experimentar la injusticia de una muerte evitable. El argumento eclesiástico de preservación de vida es inconducente, ya que en el afán de preservar una vida no planificada se pierden dos, independientemente de las discusiones éticas sobre el inicio del ser y no de una mera unión de gametos masculino. Las mujeres y gran parte de la sociedad pide dar discusión y, haciéndonos eco de las demandas explicitadas en la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Gratuito y Seguro muchos exigimos: 1) la sanción inmediata de una ley que despenalice y legalice el aborto en Argentina; 2) la aplicación efectiva, no judicializada, del Artículo 86, del Código Penal; 3) la efectivización de una resolución ministerial que garantice la realización de abortos acorde a la Guía de Atención de Abortos No Punibles en los servicios de salud; 4) la plena vigencia y aplicación de la Ley Nacional de Educación Sexual Integral (Ley 26.150) y de los programas de salud sexual y reproductiva con presupuestos adecuados[11].
Saliendo un poco del ombligo de la Argentina, y para tomar un caso testigo, podemos citar la problemática del embarazo adolescente y sus estridencias en sociedades sincréticas culturalmente o directamente aculturizadas. El valor de la maternidad y la prolificidad de la mujer es estimada en muchas culturas, y el embarazo apenas acontecida la menarca es habitual en otras sociedades. En la nuestra, impuesta e internalizada en un formato confuso muchas veces, el embarazo adolescente es un problema. Los tiempos no están pensados para que una joven sea madre antes de incorporarse al mercado laboral. Para citar un ejemplo exponemos la realidad de la provincia de Azuay, en los andes ecuatorianos. Una particularidad que llama la atención es que en el 80% de los casos de embarazos en menores de 18 años, sus padres, varones –aclaramos reproduciendo la asimetría semántica- son emigrantes y están lejos del hogar[12]. La misma nota, y por palabras de Sara Alvarado, trabajadora social del Hospital regional Vicente Corral Moscoso, afirma que el mencionado nosocomio atendió 973 embarazos precoces frente a 992 de mayores de 18 años; 19 eran menores de 14 años. Dolores Granda, psicólogo del colegio San Joaquín, atribuyó el aumento de embarazos tempranos a la desintegración familiar generada por la emigración, falta de afecto y educación sobre sexualidad. También al sexo sin prevención y a las violaciones. A este último punto, lamentablemente, deberemos dedicarle un párrafo aparte.
Hace unos meses, cuando asesinaron a Tomás Damero Santillán, a pocos días del caso Candela (¡Qué horrible contarlo así, como un simple caso!), quedó de manifiesto que la violencia de género a veces se dirime sobre otros cuerpos, como reza otra nota de la ya mencionada Carbajal en Página 12 quién nos trae palabras de la inapreciable Eva Giberti quien nos dice: “Es lo mismo que cuando las incendian. En este caso (a la mamá de Tomás) la ha incendiado por dentro”, graficó Eva Giberti, titular del Programa Las Víctimas contra las Violencias, del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos[13]. La perversidad de dañar donde más duele, más allá de la propia vida da cuenta de una bestialidad que únicamente puede disminuir ante políticas fuertes desde el estado a través de todos sus canales de formación de ciudadanos. Si los hombres y algunas mujeres han aprendido mal es hora de desaprender y consolidar un corpus social equitativo y justo.
Para ir cerrando esta nota que me queda corta, que me queda lejos del amor y de la forma de expresar el amor que he ido aprendiendo al lado de mujeres y nunca en la escuela, que se han ido haciendo carne a partir de la admiración por amigas, compañeras, amores, mujeres lejanas, mujeres reconocidas por todos, podemos citar algunas de las formas de administrar justicia que va en consonancia con lo que se reclama desde esta palabras pero que continua siendo poco, un paliativo hasta ahora ineficaz, y que tiene que ver con nuestra historia más reciente. En 2010 un fallo en la Argentina, por supuesto impulsado desde una política de estado, obtuvo el primer premio en un certamen que premia a las cortes más equitativas en materia de género y condena a las más retrógradas. El premio hace mención a la calificación como delito de lesa humanidad a los delitos sexuales acaecidos en la represión organizada por la última dictadura militar. El peor, paradójicamente, también se lo llevó el país, al otorgárselo a la Sala 1 de la corte de casación penal bonaerense por reducir la condena por abuso sexual de dos niñas debido a los escasos recursos de la familia damnificada.
Siempre corto es el panegírico, siempre escasa es la manifestación, tanto cuando se trata de contar toda la admiración como cuando se trata de manifestar las iniquidades a las que se ve sometido el género femenino, nuestras madres, nuestras mujeres amadas, nuestras hijas, afirmaciones, por supuesto, en las que huelga el posesivo nuestra. Hace poco leía en una de las millones de republicaciones anónimas o de las que no se registra autor y que circulan por Internet, una frase que decía: “No puedo ser la mujer de tu vida, porque soy la mujer de la mía”. Grandioso y contundente.
Así me voy, ensoñado, lejos del texto que quería escribir, a años luz de mi declaración de amor por el género, de mi admiración erótica por ellas, de mi sugestión por su existencia, de mi agradecimiento por la presencia, por el magma que pulula por donde camino y que me da más vida, más amor, y más feminidad.
Espero poder explayarme en notas futuras, poder ser más claro y no tan ensimismado en el ímpetu por parecer categórico, correcto, decididamente partidario y parcial. Son millones los lugares desde los que como varones, y por supuesto también las compañeras mujeres, podemos equilibrar la balanza de la injusticia; tal vez, con el solo hecho de reproducir estas torpes palabras nos acerquemos a empujar el fiel del lado correcto.
1900-1907.
— Movimiento de las Sufragistas por el voto femenino en los EUA e Inglaterra.
1907.
— En Stuttgart, se realiza a 1 ª Conferencia de la Internacional Socialista con la presencia de Clara Zetkin, Rosa Luxemburgo y Alexandra Kollontai. Una de las principales resoluciones: "Todos los partidos socialistas del mundo deben luchar por el sufragio femenino."
1908.
— En Chicago (EUA), el día 3 de mayo, es celebrado, por primera vez, el Woman´s Day. La convocatoria es hecha por la Federación Autónoma de Mujeres.
1909.
— Nuevamente en Chicago, pero con nueva fecha, último domingo de febrero, se realiza el Woman's Day. El Partido Socialista Americano toma el frente.
1910.
— La tercera edición del Woman's Day se hace en Chicago y Nueva York, convocado por el Partido Socialista, en el último domingo de febrero.
— En Nueva Cork, gran participación de obreras debido a una huelga que paralizaba las fábricas de tejido de la ciudad. De los treinta mil huelguistas, un 80% eran mujeres. Esa huelga duró tres meses y acabó el día 15/02, víspera del Woman's Day.
— En mayo, el Congreso del Partido Socialista Americano delibera que las delegadas al Congreso de la Internacional, que sería realizado en Copenhague, en Dinamarca, en agosto, defiendan que la Internacional asuma el Día Internacional de la Mujer.
"Y Este debe ser conmemorado en el mundo entero, en el último domingo de febrero, a ejemplo del que ya acontecía en los EUA".
— En agosto, la 2 ª Conferencia Internacional de la Mujer Socialista, realizada dos días antes del Congreso, delibera que: "Las mujeres socialistas de todas las nacionalidades organizarán (...) un día de las mujeres específico, cuyo principal objetivo será la promoción del derecho al voto para las mujeres". No se define una fecha específica.
1911.
— Durante una nueva huelga de tejedoras y tejedores, en Nueva York, mueren 134 huelguistas, a causa de un incendio debido a pésimas condiciones de seguridad.
— En Alemania, Clara Zetkin lidera las conmemoraciones del Día de la Mujer, el 19 de marzo. (Alexandra *Kollontai dice que fue para conmemorar un levantamiento, en Prússia, en 1848, cuando el rey prometió a las mujeres el derecho al voto).
— En Estados Unidos, el Día de la Mujer es conmemorado el 26/02 y en Suecia, en 1º de Mayo.
1912.
— En Estados Unidos, el Día de la Mujer es conmemorado en 25/02.
1912 y 1913.
— En Alemania, el Día de la Mujer es conmemorado en 19/3.
1913.
— En Rusia es conmemorado, por primera vez, el Día de la Mujer, en 3/3.
1914.
— Por primera vez, la Secretaría Internacional de la Mujer Socialista, dirigida por Clara Zetkin, indica una fecha única para la conmemoración del Día de la Mujer: 8 de Marzo. No hay explicación sobre el porqué de la fecha.
— La orientación fue seguida en Alemania, Suecia y Dinamarca.
— En Estados Unidos, el Día de la Mujer fue conmemorado en 19/03.
1917.
— El día 8 de Marzo de 1917 (27 de febrero en el calendario ruso) estalla una huelga de las tejedoras de San Petersburgo. Esta huelga genera una gran manifestación y da inicio a la Revolución Rusa.
1918.
— Alexandra Kollontai lidera, en 8/3, las conmemoraciones por el Día Internacional de la Mujer, en Moscú, y consagra el 8/3 en recuerdo a la huelga del año anterior, en San Petersburgo.
1921.
— La Conferencia de las Mujeres Comunistas aprueba, en la 3ª Internacional, la conmemoración del Día Internacional Comunista de las Mujeres y decreta que, a partir de 1922, será celebrado oficialmente el 8 de Marzo.
1955.
— Día 5/3 , L´Humanité, periódico del PCF, habla por primera vez de la huelga de 1857, en Nueva York. No habla de la muerte de las 129 quemadas vivas.
1966.
— La Federación de las Mujeres Comunistas de Alemania Oriental retoma el Día Internacional de las Mujeres y, por primera vez, cuenta la versión de las 129 mujeres quemadas vivas.
1969.
— En Estados Unidos, el movimiento feminista gana fuerza. En Berkley, es retomada la conmemoración del Día Internacional de la Mujer.
1970.
— El periódico feminista Periódico de la Liberación, en Baltimore, en los EUA consolida la versión del mito de 1857.
1975.
— La ONU decreta, 75-85, la Década de la Mujer.
1977.
— La Unesco declara la fecha 8/3 como Día de la Mujer y repite la versión de las 129 mujeres quemadas vivas.
1978.
— El alcalde de Nueva York decreta día de fiesta, en el municipio, el día 8 de Marzo, en homenaje a las 129 mujeres quemadas vivas.
[1] Este número de horas es consignado por la siguiente fuente: http://www.marxismo.org/?q=node/167. Sin embargo, hay otra fuente que habla de un reclamo por las diez horas de trabajo: http://www.generaccion.com/noticia/144469/dia-internacional-mujer. A medida que avanza uno en investigación sobre cualquier cosa, comienza a encontrar ambigüedades, en algunos casos, y en otros, directamente antípodas ideológicas. Verán, a lo largo de estas palabras, diferentes datos que a veces se desmienten unos a otros. En este caso, abunda el material que nos hace creer que se trabajaba más de doce horas con seguridad, por lo que el pedido habría sido por la jornada de diez horas.
[2] Al final de la nota agrego una cronología realizada por Gianotti.
[3] Los datos consignados se basan en un texto de Vito Gianotti, del 8 de marzo de 2004 y repetido íntegramente por los siguientes sitios de Internet, algunos de ellos pertenecientes a agrupaciones feministas: http://www.un.org/es/events/women/iwd/2011/history.shtml; http://grupodemujeresixchel.blogspot.com/2011/03/el-verdadero-origen-del-8-de-marzo-dia.html; http://www.piratininga.org.br/npc.html#quemsomos;
http://www.sindaguadf.org.br/download/Cartilha_versaojan2006.pdf http://www.marxismo.org/?q=node/167
[4] Gianotti, Vito. http://www.marxismo.org/?q=node/167
[5] La colección dirigida por George Duby y publicada por Taurus se cuenta entre las más completas.
[6] Meana Suárez, Teresa. El sexismo en el lenguaje. http://webs.uvigo.es/xenero/profesorado/teresa_meana/sexismo_lenguaje.pdf . Consultado 6/03/2012
[8] Russell, Diana E. H. Rape in Marriage. Bloomington : Indiana University Press. 1990.
[9] http://www.continental.com.ar/noticias/sociedad/abortos-clandestinos-son-la-principal-causa-de-muerte-materna-en-la-argentina-alerta-beatriz-cohen/20090716/nota/846086.aspx
[10] http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/subnotas/5874-626-2010-07-30.html
[11] El Día contra la despenalización del aborto en América Latina se conmemora el 28 de septiembre, bajo el femenino y sugestivo signo de Libra.
[12] Diario El Comercio. 09/11/2010.
[13] El 25 de noviembre se conmemora el día contra la violencia de género.
[14] Extraído íntegramente de Gianotti, Vito: http://www.marxismo.org/?q=node/167
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa tu opinion, por favor deja tu comentario