miércoles, 23 de febrero de 2011

Rawmix Mad se retrata


Luego de publicarme algunos de mis cuadros, mis amigos de Fatale me piden que me retrate. Que intente, si me apetece, explicar lo que quiera de ellos sin la guía de una entrevista tradicional de pregunta- respuesta, algo así como centrarme en la tela en blanco e intentar apuntar las cosas que en ese momento se me cruzaron por la cabeza, sin filtros y todo lo caótico que quiera. Al principio pensé que no sería capaz de decir nada, que caería en el razonamiento clásico de “solo puedo hablar con los cuadros” pero no, resulta que me deje llevar y me sorprendí de todo lo que uno tiene en cuenta antes de sumergirse en una creación. 
En esta serie ( esto incluye lo publicado días atrás) partí de una única premisa: comenzar cada cuadro sin ningún planteamiento previo: ni bocetos, ni temáticas, ni colores, que la creación fluyera de un modo absolutamente espontáneo, tanto en fondos, donde trabaje como si estuviera haciendo abstractos, como en las figuras. Lo mas interesante de este método fue que cada elemento que se añadía cambiaba la composición, y la obra entera tomaba un giro inesperado a tiempo real.
Trabajar con óleo fue indispensable por la simultaneidad entre creación y ejecución, es el único material que permite dilatar en el tiempo cualquier decisión, y de repente seguir un camino muy distinto al que venias transitando.
Que las protagonistas sean invariablemente mujeres, mas que una decisión es una imposición, es el lugar desde donde a mi me toca experimentar el mundo y a la vez un modo de reconocerme en mis personajes.
Me parece interesante desdibujar un poco la línea que separa estos dos arquetipos de mujer que llevan tanto tiempo en el aire, y que muestran, o bien a una mujer con una inocencia virginal,  o a la femme fatale despojada de cualquier virtud ética.
Me gusta trabajar a mis personajes desde la dualidad,  sobre todo de sus intenciones  que están un tanto veladas al espectador .La mirada de ellas, la de los personajes retratados,  es una observación pasivo/activa, una invitación a un mundo donde  los limites entre el placer y el dolor son difusos y pueden ser alcanzados bien de forma natural, o a través de alguna substancia que actúe como filtro de la conciencia.
Con IKEA, por su titulo y a caso por su confesión, me gustaría hacer un apartado. Fundamentalmente porque es un homenaje a un amigo que ya no esta entre nosotros, y porque surgió a partir de una experiencia particular
Todo comenzó una tarde de trabajo como cualquiera (cualquiera en un chiringuito gay de la playa, claro) Era domingo del inicio de verano, y los domingos organizábamos unas fiestas que, como poco, podrían describirse como masivas. A ser nosotros los anfitriones, tocaba maquillarnos, emplumarnos y montarnos en nuestros respectivos taconazos. Este proceso iba siempre acompañado de alicientes varios que nos ayudasen a cargar estoicamente con el peso de nuestra  inducida belleza. A medida que las horas se iban sucediendo estos alicientes también se sucedían de un modo cada vez menos privado. Las 2 de la mañana, hora del cierre obligado del chiringuito,  no llegaban nunca, y no es que no nos lo estuviésemos pasando de puta madre, pero ya teníamos ganas de soltar las cocteleras y saltar a las pistas; Por fin, después de muchos (pero muchos muchos) mojitos,  caipirinhas y daiquiris llego la hora de dejar de ser  trabajadores de una fiesta para ser enfiestados.
A la larguísima noche de fiesta, le siguió una mas larga mañana de after. A ese domingo, que se negaba a la arbitrariedad de sus 24 hs, se le comenzaba a filtrar las obligaciones del  “fucking” lunes. Resistimos todo lo que pudimos, pero la responsabilidad era ineludible: había que ir a hacer las compras del chiringo para esa noche y para toda la semana, entre las cuales se incluían menaje y artículos varios caídos en combate la noche anterior. Fue entonces cuando decidimos trasladar nuestro after a IKEA. Sabia decisión, por otra parte, pues no te cobran entrada, no hay seguratas, ni cola en el baño, y los que te atienden son de lo mas serviciales ¿Qué titulo le iba a poner a mi cuadro?
 Rawmix Mad 
"IKEA"



"CrucifiXXX"



"Estreyada"



"Friends"



"Japyberdei"


                                                             
                                              "San Valentín" 
  
                                                   "Prettyinpink"


                                                              "Santa"    

   
                                                                "Veil" 

                                                            "Silencio"
                                                                                                                                                  
Planos detalles
 Mi intención aquí, es acercarles los cuadros lo máximo que pueda, mediante algunos planos en los que se puede apreciar mas al detalle aspecto que considero relevantes.    
CrucifiXXX


IKEA


Estreyada



San Valentin


Japyberdei



Nurse U



Delicieux


Forever 


Friends 



Santa

Oneyeopen




Prettyinpink


lunes, 21 de febrero de 2011

Escultura Netsuke. Por Olga Diego


Los Netsuke son esculturas en miniatura que aparecen en Japón en el período Edo o período Tokugawa (1603-1867).
En sus orígenes estas piezas tenían un uso puramente práctico y funcional ya que eran usadas a modo de pasador o botón que sujetaba las bolsas donde se llevaban los objetos que se necesitaban a diario. Al ser las ropas tradicionales los kosodes y kimonos y carecer estos de bolsillos, buscaron la forma de que las bolsas donde portaban sus objetos quedaran colgadas del Obi o cinturón mediante la sujeción con netsukes.
Los materiales que en principio usaron para elaborar los netsukes eran pequeños trozos de madera o bambú que con el transcurso del tiempo evolucionan y se van perfeccionando adquiriendo formas más complejas. Los motivos representados fueron personajes míticos chinos, figuras legendarias de la historia de Japón, animales, plantas, frutas, máscaras, deidades, diferentes tipos de monstruos y ¡cómo no! representaciones explicitas sexuales.
En la historia de los Netsukes se diferencian tres períodos:
El primer período de una clara influencia china donde se representan la historia y leyendas de este país. Las tallas no se firmaban y es al final de este período a principios del siglo 19 cuando escultores relevantes de la zona de Kyoto comienzan a firmar sus obras. Masanao, Tomatada y Okatomo son artistas reconocidos de este período.
En el período medio que abarca prácticamente todo el siglo 19, los talladores de los Netsukes perfeccionan su arte en talleres donde maestros talladores imparten formación. Los diseños comienzan a ser más sofisticados y su ejecución más cuidada. Los materiales se amplían y comienza a usarse fundamentalmente el marfil de elefante, morsa, cachalote e hipopótamo; también se incorpora el cuerno de búfalo y ciervo y el coral.
En este período los Netsukes empiezan a ser considerados piezas valiosas y personas influyentes del Japón empiezan a coleccionarlos. Algunos escultores de este período fueron Mitsuhiro, Masakazu, Kokusai y Kaigyokusai.
En el tercer período o período tardío, finales del siglo 19 principios del 20, Japón se abre a occidente después de siglos de aislamiento. Los comerciantes en Europa ponen sus intereses en las diferentes artes de Japón y artistas europeos comienzan a admirarlas. Los grabados y xilografías serán una gran influencia para el movimiento pictórico impresionista.
Con la influencia de occidente en Japón y el comienzo de la era Meiji, se comenzó a cambiar la forma tradicional de vestir. Los kosodes y kimonos se fueron dejaron de usar sustituyéndolos por ropas occidentales poco a poco; esto hizo que los Netsukes perdieran su utilidad de origen y se convirtieran estrictamente en una forma de arte.
Dos escultores destacados de este período fueron Tokoku y Sosui.

¡Bienvenidos al Japón del período Edo!

Olga Diego






















miércoles, 16 de febrero de 2011

El Circo

Mis relaciones con los circos siempre fueron distantes y efímeras, nunca creí en los trucos de los magos y los payasos me daban tristeza. Mis viejos intentaron acercarme a él no se porqué extraño mandato de la diversión infantil, luego desistieron. 
Extrañamente mi hija, sin haber recibido estímulo alguno, ama los circos, se deleita y queda con la boca abierta cada vez que ingresa a una carpa; a veces me imagino que esa sería la expresión de un bebé si pudiera retornar al útero que lo contenía. 
Por eso recién volví al circo de grande, ya con mis manías y obsesiones totalmente desarrolladas. Cuando me preguntan que es un adulto respondo eso: Un niño que alcanzó a desarrollar todas sus fobias y obsesiones.
La alegría de mi hija cuando plantaron la carpa en el descampado de la vuelta de mi casa fue increíble, y no paró de rogarme que la llevara durante los tres segundos que tardé en decirle que si. El descampado era un ex arsenal de guerra con aspiraciones de parque, que nunca participo en una guerra y nunca llegó a ser parque, un espacio frustrado y representativo del ser nacional.
La función a la que fuimos no podría haber salido mejor, toda la adrenalina que uno siente y el temor ante la posibilidad de que algún truco o cabriola no salga bien, fueron en vano. El show fue aceitado.
Cuando nos íbamos, todos los participantes del espectáculo esperaban a la entrada de la carpa y saludaban a los chicos y también a los adultos. Cuando nos saludó la contorsionista pude leer una mistura de tristeza y soledad en su cara, aderezada con el profesionalismo que la hacía sonreir continuamente. 
Esa misma noche, alrededor de las doce o doce y media fui a dar una vuelta por el descampado, prefiero llamarlo así, porque si lo nombro parque viene a la mente gente paseando, y por ese lugar no andan más que linyeras y borrachos de noche. Por eso también me generaban curiosidad los trailers y los circenses.
Me acerqué a un fuego donde estaba parte del elenco charlando en portugués, los saludé y me respondieron, no sé que más esperaba, aparte de la respuesta, pero seguí caminando. A unos metros estaba sobre una piedra, sentada normalmente, la contorsionista, que a partir de esta etapa del relato no tendrá más que ese nombre: Contorsionista. 
Tenía una camisola lila, con una tonalidad semejante a la de las hojas que presagian al corazón de alcaucil, y ese, aunque más hermoso, era el formato de su cráneo, con pómulos orientales y boca latina, de cuerpo casi esmirriado, que veía con los ojos y con los pezones, que apenas asomaban de una camisola color lila con una tonalidad semejante a la de las hojas que presagian al corazón de alcaucil.
Sin mediar palabra me senté en la misma piedra, lisa como sus expresiones, una piedra esponjosa. Cambiamos dos o tres palabras y fui devorado por su boca, me chupaba todo el borde posterior del labio, mientras su lengua recorría todo el perímetro de mi boca, me llenaba de saliva y sentía como se iba enroscando alrededor mío, sentía levemente su peso y como me iba desabrochando el pantalón.
No se en que momento, digo no sé porque estaba tán hipnotizado con su sabor, que mi lengua se convirtió en espeleóloga de oquedades, pude recorrer cada milímetro cuadrado de sus encías. Verificar cada vericueto de sus dientes y hendiduras, podía reproducir su radiografía dental pero en cinco dimensiones: Su ancho, con quijadas como las de Sofía Loren; Su largo, tan pronunciado como la pista descendente y plateada de las alfombra mágica; Su alto, una catedral; Su espacio, contenedor de aliento de almizcle y habas , y ríos de dulce pátina; Y su tiempo, ese beso atemporal en que se detiene la vida y queda zumbando un sístole impreciso. 
Por eso digo no sé, no sé en que momento metió su mano en mi pantalón y me apretó la base del pene, haciendo que sienta calor en cada riacho del delta de mi pija. Comenzó a levantar las piernas, como si fueran izadas por un dispositivo mudo e hidráulico, se tomó con una mano de mi cuello y con la otra mano, me llevaba hacía ella empujándome del culo, con un dedo jugueteando en la mirilla, hasta meterse en la concha mi pija. 
Estaba empapada, sentía el calor en cada poro de mi pene. Se movió durante unos segundos encima mío hasta que comenzó a rotar, mientras me cogía, con las dos piernas entrelazadas a su cuello; con ellas apretaba su boca contra la mía, y me pasaba los pequeños pezones hirviendo por el pecho. Se mantenía en equilibrio y giraba sobre mi pija como si ésta fuera un eje sobre el que baila un calesita. 
Cuando acabé, escuché sus propios estallidos y sus jugos que se derramaban contra mi vello púbico. Nunca había estado con una mujer que se mojara tanto, o mejor dicho fornicado, ya que si estuve con mujeres así o no, solo ellas y los suyos lo sabrán. Pero fornicado con un manantial tal: jamás en mi vida. Nos despedimos con la contorsionista con un beso, una caricia y muy pocas palabras. Me volví a mi casa lentamente, con las manos en los bolsillos, silbando bajito, y con los pendejos empapados.

Ruso