domingo, 17 de abril de 2011

Editorial. Lo que viene en Fatale




Comenzamos a transitar nuestro cuarto mes de publicación, y lo mejor de este nuevo mes, es que ni nosotros sabemos exactamente lo que publicaremos. Lejos de inquietarnos, esta sensación nos parece maravillosa, porque en cada nueva publicación disfrutaremos, al unisono, con todos los que nos siguen. A todos, de verdad ¡Muchas, gracias! 

Andrés Casabona  




               
  


lunes, 11 de abril de 2011

MiEspacioSecreto

¿Donde estas fantasía mía que no te puedo encontrar?


Imaginemos por un momento a los miles de anónimos que pululan a nuestro alrededor todos los días, con sus preocupaciones a cuestas, y sobre todo, con sus cúmulos de fantasías atolondradas en el imaginario. Suele pasar, que la gran mayoría de la gente que tenemos a nuestro alrededor convive con sus fantasía mas de forma gaseosa que corpórea
Y entonces, entre los que caminan las calles de nuestra ciudad, vemos a una chica de sensuales pechos. La belleza andante hace acopio de su virtud física con una camiseta, sin sostén, en la que, gracias a esta carencia textil, se puede apreciar la caída excitante de sus senos sin alterar el efecto candente de la gravedad. El chico la ve venir de frente, y, sin que la chica ni siquiera lo sospeche, mucho antes de fantasear con su pechos, lo hace con sus zapatos de tacón. Muy probable que el chico, en el mejor de los casos, tarde en confesarle a la
chica que el atractivo erótico que mas lo atrajo de ella, era la gracia con la que montaba en sus tacones y que sus hermosos pechos, los cuales exhibía con toda la intensión de destacar sus cualidades físicas, para él eran un atractivo mas, solo eso, porque el chico se encandiló con la forma delicada de sus pies, esculpidas sus uñas en un rojo sangre (haciendo juego con la de sus manos en color de esmalte y en belleza anatómica), con sus pantorrillas estilizadas y con todo el poderío de sensualidad que tiene una mujer cuando se sube a unos tacones. Seguro que el chico le hizo el amor con desenfreno. Y cabe insistir con esto, en el mejor de los casos, con el tiempo, le confiese que lo que mas le excita de ella son sus manos, sus pantorrillas, sus pies, porque la fantasía sexual del chico tiene evidentes connotaciones fetichistas. Por no compartir sus fantasías, el chico se ve obligado fantasear con ella delante de ella, en escenas donde discurren dichas parafilias. La chica también tiene sus fantasías,  pues mientras el chico la trata con una dulzura que, por otra parte a ella le conmueve, ella  tiene la “oscura” fantasía de ser ultrajada allí mismo y verse desbordada por el arrebato violador del macho. No es habitual que ambos se sientan lo suficientemente libre como para confesarse en la primera cita, aun deseándolo con locura.
Algunas fantasías producen cierto vértigo, por presumirlas vejatorias, tanto a quien estas solicita de ellas como a quien tienen el protagonismo empírico de convertirlas en realidad.
La radiografía de este ejemplo (extraído de una escena de lo mas cotidiana) me atrevo a afirmar que es  extensible a casi todas las fantasías, porque enseñar que es lo que verdaderamente nos excita nos deja con la piel tan sensible que cualquier estimulo que se posa en ella puede, luego de producirnos escalofríos de placer similares a descargas eléctricas, lastimarnos también. ¿Que puede sentir un hombre cuando su fantasía es vestirse de mujer, si a esa fantasía se la trata burlonamente? ¿ En que lugar queda la mujer cuando su fantasía es acostarse con dos hombres, si automáticamente se la tilda de puta? Podría seguir preguntando tanto como fantasías pueden existir, y en todas me atrevo afirmar que existe una censura latente. Quien tiene una fantasía, en tanto y cuanto sea consensuado con la, o las partes, tienen que intentar llevarlas a la realidad al menos una vez; debería ser, mas que un derecho, una obligación con uno mismo.  
Lo cierto es que, la pregunta con la que inicio este escrito tiene su respuesta en MiEspacioSecreto, una red social española, cuyo propósito es facilitar el contacto entre personas a la cuales las une el secreto de sus fantasía. Con una virtud extra, pues no solo se encuentran personas a las que les gusta lo mismo, sino que se encuentran los protagonistas reales de una fantasía: fetichistas con fetichistas, y fetichistas con fetichistas que se excitan con el fetichismo del fetichista; hombres que se excitan cuando se visten de mujer con hombres de igual gusto y con otros que se excitan con el transformismo del transformista; vouyers con exhibicionistas. Este detalle, sobre el tipo de encuentros, es sumamente importantes, pues suele pasar que los foros de internet están poblados de aficionados en común a tal o cual disciplina erótica, pero el complemento de su fantasía nunca aparece, así se convierten en foros con un perfil mas parecido a grupos de auto-ayuda ( aclaro que no tengo nada en contra de estos foros), pero resulta que casi siempre debaten sin hacer nunca realidad sus fantasías. Los responsables de este homenaje al libre albedrío se definen claramente:  "MiEspacioSecreto es una comunidad de erotismo, fantasía y seducción de acceso gratuito, diseñada como un carnaval veneciano virtual y pensada para gente sexy que se siente diferente. Un sitio donde creas un personaje e interactúas conociendo gente tan especial como tú, compartiendo deseos, erotismo, insinuación, glamour y fantasía.
Como comunidad de erotismo, tiene el formato de una gran ciudad erotica dividida en distritos (Heterohood, Lesbos, Gay-city, BDSM, Fetishia, Egos, Intercambiador,…), correspondientes a diferentes tendencias de relaciones adultas. Puedes ligar, seducir, jugar, conocer gente sexy o hablar abiertamente de sexo y erotismo pero siempre desde una aproximación positiva y divertida"









                                     

jueves, 7 de abril de 2011

Fatale en tu trabajo. Primera parte

Esta sesión de fotos fue el inicio de una idea que tuvimos bajo el concepto de "descontextualización del desnudo y del trabajo erótico", y que pretendíamos llevar a cabo a través de una sección llamada "Fatale en tu trabajo". El primer objetivo era mostrar el desnudo de una sesión fotográfica fuera de los limites habituales de un estudio de fotografía, y que las escenas fotografiadas tuvieran como narración, la interrelación natural de las personas. Pero no cualquier grupo de personas, sino un grupo de compañeros de trabajo en sus propios puestos laborales, y que además, fueran lectores de Fatale, porque dicha interrelación la queríamos con aquellos que, en circunstancias habituales, disfrutan de un excitante desnudo a través de las paginas de una revista. Por eso, aquel grupo de compañeros de trabajo que pretendía pasarse un momento divertido y aprender los vericuetos de una sesión de fotos eróticas, solo tenían que comunicarse con nosotros, y allá íbamos con todo el equipo preparado. Por motivos de respeto a los trabajadores, que en su momento nos dieron permiso para su publicación en papel, y que en la actualidad, luego de unos años transcurridos, no tenemos oportunidad de renovar dichos permisos, nos limitamos a publicar el primer "Fatale en tu trabajo" que comenzó por nosotros mismos, en la antigua redacción de Fatale, en Barcelona, junto a una de nuestras musas y colaboradoras Sandra G






lunes, 4 de abril de 2011

Cortocircuito Create. Tomas Gui, La Doma

Spot promocional para la 2ª edición del "Festival de cortos hechos por publicitarios", que tuvo lugar el pasado 12 y 13 de noviembre de 2010 en la ciudad de Barcelona.


Creatividad: La Doma
Producción: LantanaFilms
Cliente: Cortocircuito Create (Festival de cortos)




viernes, 1 de abril de 2011

La vagina de ella

Recuerdo  esa descripción de la Eva Futura de Villiers de L’isle Adam, y ahora cuando Ella desparece la voy reconstruyendo de a poco. Ayer fue su culo, hoy puedo sentir lo que me pasó con su vagina. Es posible que sigan sus tetas, sus pies sabrosos, su ombligo, su olor,
Su mirada, sus labios, todo ese universo hechos de fragmentos que se hacen presente cada noche, como individualidades, que en si representan un todo único e indescifrable. Como si ella quisiera descomponerse en partes después que la poseí en su totalidad. Como si de esa manera su fortaleza me sometiera mas intensamente, haciéndome ver que cada parte de su cuerpo, aún la más pequeña podía dominar mi totalidad.



LA VAGINA DE ELLA


Al principio podía vérsela igual a otras, aunque el color era distinto a todas las que había conocido.
Olía diferente, con un aroma espeso, sensual que se metía por dentro, quedándose por horas. 
Desde esa pequeña selva de pelos renegridos que la cubrían apenas,  se abría el espacio que separaba sus labios mayores, mientras asomaba alguna de  las formas de su interioridad.
Como si todo aquello estuviera cerrado a cualquier búsqueda, hasta que ella lo quisiera. 
Al verla  cerrada, quieta, en calma parece una vagina adolescente que nadie ha tocado y está a la espera de una caricia que la haga mostrar todo su poder de mujer eterna, insaciable; que solo espera devorar un miembro varonil que se anime a penetrarla. 
Observarla cuando está abierta, enrojecida por el deseo, empapada por líquidos espesos y cristalinos, es mirar un pequeño universo, encerrado en  esas mucosas brillantes. 
En su blandura al abrirse, se descubre una visión distinta del cuerpo, cambia mis percepciones convencionales sobre la piel, me abre los ojos para que tenga una visión distinta de esas profundidades. Que me nutra de ese laberinto que me excita y contemple esa primitiva belleza para inundar mi boca con sus savias vivificantes y enriquecedoras.
Parece por momentos una vagina de mujer madura, otras, una vagina adolescente y siempre se me representa como  el espacio de una hembra primitiva y salvaje, que necesita calmar su excitación, mostrando en su primitivismo ancestral esa fuerza que perturba, que conmociona, que encadena los sentidos para no olvidarse jamás de ella.
La vagina de Ella exhibe desafiante su deseo, sus necesidades, sus angustias, y pareciera que necesita gozar hasta el agotamiento, sintiendo el placer de la penetración que al hacerse más profunda le arranca gemidos, que se hacen gritos y después movimientos estremecedores. Cuando eso no ocurre y mis labios  la acarician, su excitación crece y crece, y sus líquidos brotan como de un rio que no se detiene nunca.
Despierta el deseo de solo imaginarla,  parece virginal, tibia; con una ternura de quien todavía no ha descubierto el furor del desenfreno y el enloquecimiento de la sangre.  Pero también es como la vulva de una hembra en celo que me aprisiona, que succiona mi pija para tragarla, con calenturas inmemoriales que parece que nunca habrán de saciarse.


La concha de ella 
                      
Es salada como los mares, dulce como la miel fuerte de los bosques.
Es ácida y deliciosa como  la jalea fresca
Pura como el agua oceánica, quema como el fuego.
Es un túnel laberíntico sembrado de misterio,
Su fuerza celular chorrea  líquidos eternos.
Es intemporal como el espacio, tiene la belleza de una rosa sin tiempo.
Sus flujos parecen de madreperla, la abertura un camino a las esencias y a los olores primarios de la hembra. A veces parece un camino sutil para el olvido del mundo.
Está llena de alma y representa la carnalidad del espíritu que mora en cada espacio de su cuerpo.
Necesita lamidas suaves y profundas. Siempre reclama la dureza de una piel maciza que penetrándola la lleve a espacios intemporales y plenos.
Cuando la miro y abro sus labios, puedo ver colores indefinidos, oscuridades abismales, matices complicados que van de la negritud al  claroscuro y de allí a un rosado tierno.
Su clítoris es pequeño y siempre está escondido, y cuando se endurece al roce de la lengua tiembla preparándose para ese final que espera con avidez.
La vagina de Ella es la esencia de su cuerpo,  el símbolo de lo que ella es aunque lo oculta,  la expresión más acabada de una voluptuosidad que  no puede disimular su rostro adolescente
El primer día mi lengua entró suavemente, y pude recorrer cada pliegue, cada milímetro de la piel empapada. El flujo chorreaba hacia fuera, el olor fuerte, selvático invadió mis narices, mientras yo chupaba con avidez, calentura y exacerbación ese abismo de placeres que conocía por primera vez. Algunas gotas de pis que le habían quedado se mezclaban con el sudor, con el flujo y con mi propia saliva. 
Sentí que  me tragaba, me fascinaba y no podía escaparme de ella. Todavía recuerdo como su cuerpo temblaba y se retorcía, mientras gemidos incontenibles se le escapaban.
Penetrarla era siempre inevitable y era como entrar en otro mundo. Mientras el abrazo nos adhería, la cabeza de la pija chocaba con sus interioridades, y el sudor nos inundaba los cuerpos. Era pura sexualidad, sin refinamientos, sin técnicas, sin pudores. Yo entrando en su cuerpo hirviendo, comenzándola a amar, sintiendo su vulnerabilidad y una tristeza que le aparecía de pronto y no sabía cómo descifrar.
Ahora está  lejos, distante, pero se metió dentro de mí, y cuando por las noches trato de dormirme surge abismal, abriéndose como su culo poderoso para tragarme, y no es la fantasía sino algo que se apodera de mi voluntad y me somete.
Pierdo la noción del tiempo y de lo que me rodea, porque ella está allí con las fauces inquisidoras de su genitalidad que me succionan, con un culo que se apodera de  mi cuerpo  para transitar otros espacios. Aquellos donde el tiempo no existe y solo estoy en un lugar abismal y misterioso  del que no quiero salir.
No se cuando desaparece, porque solo tomo conciencia de mi mismo con la luz del día que me golpea los ojos. Allí vuelvo a  ser yo, salgo de ese estado de enajenación que me encadena, como si me liberara temporalmente hasta su nueva aparición.
No sé cuándo volverá a apoderarse de mi


Angel Asiayn

miércoles, 30 de marzo de 2011

lunes, 28 de marzo de 2011

Dos pajas en nebraska



La primera mórbida; la segunda extática. No sé a que fenómeno extraño de la química se deba, y como actúan determinadas drogas naturales del cerebro en la psiquis, que siempre producen un letargo opiáceo que calma todos los dolores, incluso el provocado por la abstinencia de amor.
La imagen en sí es calamitosa, un derroche de absurda melancolía, un homenaje a Anhedonia, un no decir en Argel bajo el sol tórrido del meridiano de los pueblos del mediodía, una ominosa llamada al consuelo, que se niega por elusivo y amorfo. Anafrodisíaco en sí. Un hombre desnudo, con un pene fláccido en la mano y llorando contra una almohada, un tótem del pavor a la pérdida. 
Si ahondamos un poco más en la búsqueda infructuosa del hombre, ya que suponemos por su pene moribundo que el onanista no halla la imagen que anegue los cuerpos cavernosos, así, castellanizado por gusto y asonancia, veremos que hablar de infructuoso en los casos de erecciones no es del todo correcto. Los casos en que los hombres gustan muchísimo de una mujer, y que ese terrible objeto de lascivia torne impotente al hombre  son abundantes(a veces lo que no podemos los hombres es creerlo). 
Para no alejarme de la cabeza del pobre pajero, es menester aclarar que él encontró el resorte adecuado para disparar endorfinas excitantes. Y que si llora y aún así se aferra a su pene, es porque, pobre, él creé que lo debe calentar ver a su mujer viendo a otro, y en su dolor de certeza busca acomodar las piezas en forma errada, pretendiendo que los triángulos encastren en los cuadrados; y lo que es peor es que de a poco lo va logrando, y vemos como el color amarronado de la piel gastada de un pene masturbadísimo se va estirando y va amoratándose, pero solo por pocos segundos, ya que en cuanto el hombre ingresa al cuarto (ficticio, se entiende, existente de cruel realidad en su elucubración pajeril) en donde está la pareja, el pene alcanza una dimensión importante dentro de los estándares normales.}
Durante unos segundos la torre parece desmoronarse, ya que el hombre que se quiere acoplar al trío queda impávido, y mira como observando una pesadilla. Una imagen irreal y onírica. La mira a ella y la columna se hace trizas, ve su dolor en los ojos de ella, ya cicatrizados, aunque con costurones aún asomando tras las rayitas negras que cintilan sobre el iris color corzuela. Ella sonríe triste, mientras el tercero en cuestión le chupa las tetas, le estira los pezones como si su boca tuviera un hueso que accionara, como la trompa de los peces, un órgano chupador del fondo de una pecera estéril. En el mohín lastimado el hombre encuentra la comprensión necesaria y, aunque a regañadientes, logra una erección que puede ser nominada de tal forma, y se entrega a tocarle la concha suavemente, abriendo los labios dehiscentes que se van perlando de gotas minúsculas surgidas de placeres mayúsculos; y el infeliz en el reino de Onán, ya que en el real “Vini, vidi, vici”, disfruta agarrándole el culo con fuerza e intenta besarla y la boca está ocupada. 
El interventor la está besando con la lengua plana, esto quiere decir que le pasa las papilas gustativas, la zona mas tersa de la lengua, por la misma sección del apéndice de ella. 
Él está contento, su erección lo dice todo: venas colmadas, tránsito furioso, glande como el techo de un gnomo, y la saliva de ella como el Guadalquivir lorqueano. Fue capaz de llevar la fantasía hasta la Indochina francesa, y recorre con sus manos los pechos mientras ve como ella exhala un gemido y mira hacia abajo. El mentecato del limbo está entre sus piernas devorando como un sonámbulo diabético un melón en el Sahara, y ella no para de gemir; y él con la pija parada, arada escribí fallidamente, ve como ella suelta su boca, se despega de sus jugos y se arroja a un sesenta y nueve frenético, llenándose la boca de otro y gozando desenfrenada, liviana, descomedida se podría agregar, si no fuera a abarrocar demasiado al texto, queriendo exprimir el miembro, más pequeño, para reafirmar, en este caso con total certeza, que el tamaño es lo de menos, excepto para la estética. 
Ella chupa mientras el hombre que ya no llora porque se olvidó, y logró, mientras besaba y acariciaba a su amor, una erección decorosa. 
El soñador se sigue pajeando aprovechando el envión de calentura, y tratando de ralentizar la imagen lo más que puede, infructuosamente, ya que el convidado empieza a acabar, mientras ve como la boca de ella no llega a cerrarse del todo, dejando escapar el líquido proteico por las comisuras y porque se desborda, micciona entre estertores. Y el que recién lloraba ahora le toca la concha a ella, tratando de pernoctar en tierra autobesante, de exorcizar de la forma más salada y cruel, de una vez, la falencia de amor, y comprueba, mientras su polvo mancha su estómago, sus sábanas, y en otro lado el culo de ella, que en aquel páramo de su interior, aún estaba con ella. Mientras ahí mismo, mientras siente que el culo de ella se dilata y se cierra en espasmos nerviosos, de frecuencia impalpable para alguien que no esté caliente, aunque vea a simple vista el guiño espasmódico del ano… Cuando le toca la concha la siente más mojada que nunca y sabe que está acabando.
Él sospecha que acabó cuando sintió el semen del otro en su boca. Solamente porque le hace más daño.
 Mientras se seca con las sábanas y rememora la paja, también piensa que si la emisión de la fantasía hubiese transcurrido con los roles invertidos, él pensaría que ella alcanzó el clímax con la mano de él. Misterios de la decantación de los vestigios del amor que siempre duelen y siempre, pero siempre, dan un manotazo que encuentra la tabla salvadora, dispuesta circunstancialmente, si se es no creyente, o por la mano de dios, según cual sea el credo que alimente la penitencia y la resignación del lector. 
Esto lo podemos comprobar fácilmente, observando nada más al que recién lloraba, amarrado a una almohada, y también acababa, tratando de matar al dolor que le impone la impostura; y por supuesto, como todo lo inquisitorio, no sirviendo de analgésico; y lo reafirmamos cuando asistimos a sus devaneos y lo vemos sonriendo, recordando una de las primeras veces que se acercó al hogar donde proyecto morar su simiente, y torpemente le estampó un chicle en el vello púbico, y a la larga en Nebraska (acaso en estas pajas, que se llaman en Nebraska porque el tipo no encontró un lugar más impersonal para hacerse la primera. Y la segunda en el mismo lugar por comodidad. Y porque cuando el recuerdo es cálido se prenden hogueras para festejar, también, por qué no; y porque suena a palabra india, que es linda y misteriosa, tan elusivas como las conexiones cerebrales que actúan como calmante y en la autosatisfacción cumplen su cometido. No para de lembrar la risa de entonces, condimento esencial en el amor de estos dos que recién tuvieron un invitado.
Si ahora vemos la imagen que antes nos dio pena, cambiando solo algunos detalles, como por ejemplo el pene flácido y la almohada ahogando al lloriqueante, podemos ver a un hombre buscando placer solo; pero con otro semblante. Este está caliente de verdad, y cuando curioseamos sobre su placer genuino, lo vemos mirándote, y cambio de persona, porque como te habrás dado cuenta esto es para vos y es personal, como las pajas. Y te recuerdo como antaño, riendo y cogiendo, probando la piel del otro, los humores del otro, analizando sus sucos y entrañas;  y comprobando al instante no solo que no dan asco, sino que excitan, que conllevan exigir mas jugos y más besos, y más adentro. ¡Que lindo! Veo su erección mientras se sacude la verga con un ritmo sin bronca, con cadencia. Su respiración va llevando el polvo a la instancia justa. Se podría decir que con el recuerdo adecuado estamos asistiendo al acto masturbatorio efectuado por un especialista con timming perfecto entre imagen y cosquilleo, y lo podemos prever a su placer, cuando mira los ojos de ella y embiste hasta el fondo besando su alma y sintiendo su beso, tensando los pies porque no se puede más; porque se podría llegar a llorar de placer, y es eso lo que hace nuestro pajero, ahora más querido, estallar en un orgasmo suculento mientras llora. Éxtasis sin duda que desmerece al anterior, y que exactamente eclosiona en la base de su cerebro, para desparramarse como hilos de lava, incluso hasta el tejido queratinoso de sus uñas, en el instante exacto en que siente el espasmo de ella y la mira a los ojos, y la reconoce, por fin, íntima y de otro.

Ruso.

sábado, 26 de marzo de 2011

lunes, 21 de marzo de 2011

El culo de ella

“Un culo apasionado, esas nalgas, carne sublime, alma pura, pulpa fina, purísima redondez, blanca, rica, estriada de azul, esa raya de excitante perfume, de un rosa oscuro, generosa y carnosa"  Paul Verlaine.


Decirle cola sonaría más suave, pero como escribía el poeta Verlaine, llamarlo así, además de ser su nombre exacto, tiene una resonancia erótica que de otra manera no se podría simbolizar.
Cuando la conocí, fue reticente en ofrecerlo, pero después los días, el deseo compartido fue aflojando sus resistencias y dejó que lo mirara obsesivamente, porque no me parecía nada común, y mis fantasías se dispararon. No se si es imaginación mía, ya que los culos pueden ser de diversas formas, alzados,, caídos, redondeados, manzaneros, intrascendentes, chatos, perfectos pero sin atractivo alguno.
Pero el de ella me mostró una realidad que no conocía, o solo es producto de mi desbordada creación.
Cuando lo vi por primera vez sentí que su voluptuosidad me desbordaba y ahora que comparto muchas noches con él, siento que se ha apoderado de mi voluntad. No puedo mirar otros, siempre está siempre se me aparece. Y no sé si es sueño, si es realidad pero ahí está y veo como el comienzo de esa raya rosada termina en un laberinto almendrado húmedo, con pelito cortos y ralos que anuncia la magnificencia de sus profundidades.. La piel se oscurece un poco más cuando se va entrando en él con la mirada, y antes de explorarlo solo cabe dejarse estar en una contemplación larga y dilatada para poder nutrirse de la belleza de sus formas.
Es sólido, caliente, y al tocarlo es como si todas sus terminaciones nerviosas se pusieran en alerta porque la caricia lo despierta. Al abrirlo despaciosamente para que ella vaya sintiendo cada vez más sensaciones que le den placer, se ve el esfínter oscuro, con rugosidades en la entrada como todos, pero con el notable contraste de la piel interna, las mucosas  de un color rosado que se hace más intenso cuando la saliva permite abrirlo con cuidado. Es espléndido y movedizo, como si desprendiéndose del cuerpo que lo contiene, se convirtiera en un inacabado generador de placeres.
Desde esa primera vez, sus formas crecieron en mi imaginación, tomando dimensiones indefinibles, acurrucándose a mi lado para que le diera calor en el invierno, o exponiendo su belleza para recibir un masaje, caricias o besos que lo traspasaban.
Hace meses que lo contemplo en su pura realidad, en sus posiciones distintas. Cuando ella duerme lo veo de costado descansando una nalga sobre otra, con la raya rosa dividiendo esos dos alucinantes hemisferios, semicirculares y armónicos. Otras veces está exuberante, cuando ella está boca abajo, desafiando el espacio con su redondez voluptuosa, mientras unos  pequeños pliegues tocan el principio de sus muslos. 
Cuando  me lo ofrece  puedo contemplar su textura opulenta y graciosa y tocar su blandura suave y blanca
Las nalgas siempre se dejan acariciar lentamente, y se van abriendo hasta que mis manos las separan aun más y  se ve esa piel surcada por los pelitos imperceptibles que parecen defender la entrada mágica, la entrada al misterio
Allí encuentro ese esfínter, mostrando un universo distinto,  honduras calientes en un agujero de formas irregulares, donde se mezclan los colores de la piel, y donde las rugosidades de la carne son como el principio de un abismo, y el comienzo de un viaje sembrado de sensaciones al interior de ella.
Los pliegues tenuemente amarronados y rosa oscuros  son de una refinada exquisitez y de una fulgurante animalidad  que siempre presagia goces muy intensos, pero en extraña simbiosis se ve en él la pureza adolescente que todavía no ha sido explorada, ya que las pocas penetraciones no han dejado huella es ese sublime espacio de carne tibia.
Ver el centro palpitante cuando se abre y exhala el olor de la noche y de las madrugadas, es reconocer allí todos los misterios inefables de la sexualidad, donde se unen la hembra, la mujer, la adolescente que todo quiere descubrirlo.
Su culo es como una geografía multiforme que no me canso de admirar. Es como un pequeño universo donde se encuentra todo lo que uno busca: los olores, los sabores, las formas, los distintos colores de la piel y sus diferentes texturas, el calor de la piel que cambia, y solo queda hundirse en él, ver como la nariz se nutre de sus aromas y la lengua se impregna de esos sabores milenarios 
En el primer encuentro  no se animó pero después fue mío sin limitaciones.  Y cuando acaricio ese túnel luminoso, el maravilloso espacio cerrado se dilata con lentitud y sus secreciones húmedas se mezclan con mi saliva  me cubren la yema de los dedos que se quedan brillando como si reflejaran un mar extraño o se derraman sobre mi nariz y mis labios que se enriquecen con esa savia brumosa y exquisita.
Lamer el culo de ella, es como olvidarse de la propia vida, para hundirse en un océano de sabores dulces y salados, sentir sus sustancias untuosas, ver como se transforma la carne por medio de una alquimia en puro amor hacia ese espacio que se apodera de mis ojos.
 Al hundir mi lengua en él ella tiembla, lo cierra y lo dilata con una simultaneidad de cadencias que erizan la piel. Las nalgas se contraen y se aflojan,  su cuerpo se mueve mientras los gemidos suaves surgen de su boca y se deja hacer porque está sintiéndose a si misma.
El culo de ella es un espacio sagrado, desbordante de vida y plenitud, y ya no puedo dejarlo.
Es bellamente salvaje,
Es suave, cálido, apacible y tibio.
Es como los volcanes que vomitan fuego
Es como un fragmento de la eternidad,
Como el destino.
Es una forma inmensa de tanta pasión
Que no lo olvido.
Es la carne hecha amor que se derrama,
Una parte indivisible de mi mismo.
Culo chupado, saboreado, lamido,
Olido, penetrado, acariciado,
Mirado, extrañado.
Espacio del orgasmo y del deseo
Espacio de la vida y de los sueños.
Penetrar ese culo adolescente no fue como otras veces, en las que el deseo de la piel lo hizo inevitable y fueron momentos que viví fragmentariamente, sin continuidad.
Penetrarlo fue  como si ella se apoderara de mi voluntad  y me es difícil apartarme ya que allí hay un calor animal, salvaje, primitivo que succiona mi pija para que no lo abandone más. Hay allí sensaciones distintas a la vagina, donde soy yo y puedo seguir siéndolo, pero en él todo cambia y soy como un esclavo sometido a sus formas, a sus deseos inevitables.
Cuando me alejo de ella, porque siento que me enajena la voluntad, son unos pocos días, porque la noche anuncia que viene a apoderarse nuevamente de mi. Su cuerpo aparece bello y estático y el culo avanza hacia mi, se abre, se apodera de mi cuerpo, me llena de sus olores abismales, me nutre con sus humedades, y ya no puedo escaparme.


En la tarde del domingo 13 de marzo


Angel Asiayn 

miércoles, 16 de marzo de 2011

Editorial. ¿Puede ser un proyecto erótico un producto rentable?

Lo primero que surge cuando uno esta completamente fuera de materia es que sí, un proyecto relacionado con el erotismo es un cúmulo interminable de dinero. La ecuación es fácil: si las páginas eróticas se pueblan de visitas advenidas de todo el mundo, esto debería hacer que se conforme un abundante publico, potencial comprador para muchos anunciantes. Luego existe otra fórmula igual de fácil de descifrar: ¿Qué productos se pueden relacionar con el erotismo? O lo que es lo mismo, ¿a qué posibles anunciantes puedo ir a llamar a la puerta? A todos nos recorren por la mente un sin fin de productos y servicios, comenzando por los más obvios, y terminando por otros que, a priori, no lo son tanto, pero que si nos ponemos a razonar ¿cómo no van a estar relacionados con el erotismo?, si al fin y al cabo, todo esta relacionado con el erotismo…
Vamos a la estructura de pensamiento con ejemplos reales:
Erotismo se relaciona con: bebidas alcohólicas, coches, ropa interior, viajes de placer a islas remotas, tarjetas de crédito. Y se relacionan no solo por su analogía lógica, sino porque además sus mensajes apelan, consciente, o inconscientemente a ello. No hace falta apelar a ninguna memoria remota para reconocer la permanente relación con el sexo que han tenido los coches y las bebidas espirituosas a lo largo de su historia comunicacional.
Continuamos escarbando y relacionando el disfrute onanista con los productos que nos facilitan su ingreso en él, el mundo del placer adulto, y entonces nos preguntamos por qué no telefonía móvil, (elemento primordial de comunicación), o una cadena importante de hoteles esparcidos por todo el mundo, los cuales, con sus folletos sugerentes, nos hacen soñar haciendo el amor en sus instalaciones excitantes.
En Fatale nos pasó lo siguiente cuando fuimos revista impresa (podemos decir que hablamos bajo cimientos empíricos concretos): palpitamos al ver cuántos anunciantes se podían sumar a un proyecto erótico y nos convencimos con el potencial económico que teníamos a nuestro alcance. ¡Una revista en la que podíamos incluir todos aquellos trabajos que siempre quisimos ver! ¡Vivir de lo que nos apasiona, el objetivo supremo de un ser humano!
Entonces decides ir a buscar a los clientes para que inviertan en tu revista, les comentas orgulloso que tenemos un espacio donde un gran publico objetivo los está esperando. Que este proyecto despierta el perfil más atrevido de un público que le gusta leer sobre erotismo, admirar las sugerentes anatomías de una excitante sesión de fotos, fantasear con sus relatos,  pensar y opinar con sus artículos, firmando sus comentarios con nombre y apellido. Y que día a día se suma más y más público (prueba de ello son las ventas). Entonces te das cuenta que la gran bola es mas un globo lleno de aire, que los anunciantes no están tan dispuestos a meter su marca si a su lado hay alguna expresión erótica. Que el erotismo no era tan económicamente fructífero, y por supuesto nos vamos deshinchando a la vez que endeudando, efecto que produce una imagen de nosotros mismos (deshincharse- endeudarse) que irremediablemente nos arroja hacia una tristeza propia de haber visto un camino lleno de oportunidades que se desintegra cuanto más se avanza, como el espejismo de agua cuando el sol derrite el asfalto a lo lejos.
En Fatale no estamos ni un paso mas allá, ni un paso menos de esta realidad, porque sigue siendo nuestra realidad. Pero seguimos haciendo lo que nos gusta, confiados en que los anunciantes se animen y no vean el erotismo únicamente como un conjunto de actos onanistas ocultos detrás de una pantalla que ilumina el oscurantismo ( dicho sea de paso, tan vapuleado como deseado por todo ser vivo sin excepción). Que vean y tomen en cuenta que en Fatale los amigos participan sin pudor y que acaso el erotismo es una inmejorable oportunidad de excitar a su target.
Por suerte hoy, bajo el formato digital, no necesitamos de nadie para su realización, al menos para seguir en contacto con  todos los que nos visitan y con los que lo harán. Pero abiertamente decimos que todos los que hacemos Fatale añoramos vivir de ello y que nuestra lucha será intentarlo dignamente. Nos resistimos a hacer un producto vendible para anunciantes, en todo caso daremos todas las razones que sean propicias para involucrar a las marcas en un producto que creemos y amamos, y que así se refleja en cada trabajo.


Andrés Casabona 

lunes, 14 de marzo de 2011

Modelo vivo

Mi ex me invitó a hacer de modelo en una clase de “chupada de pija”. La clase la pidió su nuevo grupo de amigas, siete minas entre 27 y 37 años. Su idea era hacerlo con un consolador, pero la convencí. No importa que obtendrá a cambio. La cuestión es que el sábado que viene tengo que estar media hora antes de la clase magistral, y tengo que procurarme una capucha efectiva. No verlas y que no me vean; fue el trato. Está bien.
Nada importante puede pasar en estos días. Nada puede motivarme, ni distraerme. Cada vez que me descubro pensando en algo, es en el sábado. ¿Cómo me voy a vestir? ¿Qué calzoncillo? ¿Me afeito ahí? ¿Me meto un Viagra? ¿Voy fumado? ¿Voy duro? Cero alcohol, pero voy a necesitar algo que me retrace. ¿Me toco en la semana? ¿Me toco media hora antes de ir? ¿Se lo cuento a alguien? ¿Me lo van a quemar? ¿Se me va a parar? ¿Estarán buenas? ¿Todas gordas? Pibes colados, no por Dios. ¿Alguna medio bruta? ¿La vuelvo a llamar o puede arrepentirse? ¿Es sábado? ¿Voy yendo?
Salgo de mi casa con la capucha en el bolsillo, un faso de flores bien gordo, un rescate de merca del miércoles, un gel íntimo saborizado que compré ayer, mi celular con cámara por si puedo, y un embale tremendo. Anoche me afeité el ochenta por ciento de los pendejos. Escuché que muchas minas lo piden, y dicen que hace parecer la chota más grande. Me olvidé del Viagra y no sé de dónde mierda sacarlo a esta hora. Bueno, voy.
Hace quince minutos que espero que sea media hora antes. Toco el timbre. Baja mi ex, y me sube corriendo a su departamento. No es grande, pero lo suficiente como para encerrarme en un cuarto. La guacha lo había ambientado para la ocasión. La semana pasada no estaban todas esas velas, ni la cama contra la pared del fondo, ni la compu contra un costado. Hoy el equipo de música también está en el cuarto. Sonaba Soda Stereo y ya lo cambié. Ahora suena un compact medio raro de John Zorn, uno de música para películas. Es tranquilo, hipnotizante. La semana pasaba me di cuenta que al terminar la convivencia, hace 4 años ya, me había dejado este cd. Miro a mi alrededor y por más que trato de encontrar otro tesoro, nada me saca los nervios. Si soy ansioso como dicen, esta vez tengo mis razones.
Timbre. Sin decirme nada, mi ex baja a abrir. Yo ya recibí las órdenes. Nada de salir del cuarto y nada de hablar antes de la clase. Durante la clase, sólo responder las preguntas autorizadas por la profe. Prohibido meter mano. Celular apagado. Bañadito, perfumado y a esperar que termine la “introducción a la chupada de pija”, que se está por llevar a cabo en el living contiguo.
Debo admitir que hasta hoy nadie me tiró la goma como ella. Ni las trolas se le acercaron. A la turra le encanta y lo sabe. Lo disfruta y te lo demuestra. Toca cosas que ni en la mejor de mis pajas adolescentes se me ocurrió tocar. Es obvio que usa la lengua y los labios, pero también juega con los dientes y las uñas. Te pone al borde del sufrimiento, la hija de puta. La primera vez flashié mal, pero en lugar de un grito de dolor, me sacó uno de placer. Nunca llegó a lastimarme, pero me hizo pensar en mi desconocido potencial sadomasoquista. Ahora que lo pienso, espero que deje estos secretos para el final de la clase, no sea cosa que las novatas me la hagan mierda. Si bien teníamos unos garches grandiosos, de horas y horas, no coje tan bien como la chupa. Todos estos años, extrañe esos ojos redondos mirándome fijo, mientras subía y bajaba por mi chota. Para hacerla completa le faltó despertarme con una mamada, pero bueno, después de la clase de hoy no voy a poder pedir nada más.
Pasos, voces y las llaves. Me dijo que iban a ser entre cinco y siete contándola a ella. No me doy cuenta. Abren botellas. Al toque huelo un faso paraguayo tribunero. Se escucha un: “No, gracias”. Y un: “venga, tía”. Una, ya tiene voz de gorda. La otra me encantó, algo entre FM y la mina que da la hora por teléfono, con toque gallego impostado. Ríen. Mueven sillas. Yo paso de estar al palo a tenerla muerta y fría. Ahora está muerta y fría.
Arrancó la teoría. La música, que tengo ordenado no bajar, no me deja escuchar bien. Rescato frases en los baches entre tema y tema. Escucho: “así de grande”, “¿nunca tragaste?”, “¿salada?”, “es importante coordinar boca y manos”, “un buche de agua caliente”, “entre mate y mate”, “¿más cerveza?”, “¿vino?”, “¿lo conocemos?”, “no las va a poder ver”, “toda de una”, “Martín me tiene podrido”, “el dibujo es bastante claro”, “Así, ¿ves?”, “dan ganas de morderlo”, “¿estuviste con un judío?”, “sí, a mi también”, “mi viejo”. Van dos celulares que suenan y nadie los atiende. Parece estar todo bajo control. Yo siento el mismo frío que en la revisación para la colimba.
Hace rato que estoy tirado en la cama con la capucha semi puesta y una bata blanca de toalla que me queda chica. Se abre y cierra la puerta rápido y entra mi ex. Me hace un gesto para que no hable y me coloca bien la capucha. La oscuridad me da más frío. Antes de irse, me la toca. Me sobresalto, me templo un poco. La escucho reirse mientras se aleja. Loca de mierda.
Pasan unos cinco minutos hasta que empieza la práctica.
“A él lo vamos a llamar: Consoleitor.”-dice mi ex “No las puede ver, pero ustedes se tienen que hacer sentir. Bueno, cada una va a tener treinta segundos para chupársela free-style. Después voy yo y ustedes miran”.
Estoy tratando de evitar que se me pare con sólo imaginar lo que viene. Lo logro. Lo logro. Llegó la primera. Me abre la bata. Yo estoy sentado a los pies de la cama. La siento agacharse. Deben estar todas vestidas, eso siempre me calentó.
“Parémonos acá, así vemos todas.”
La chica está nerviosa. Me la acaba de chocar contra sus dientes. Sin dolor, de lleno a las paletas. La está agarrando bien de abajo. Bien. Se mueve más rápido que mi erección.
“Tiempo”.
Me dejó de garpe.
“Siguiente”.
Tiene las manos heladas. No mueve la lengua. La anterior, tampoco. Pero va más lento. Tose. Paró, se debe estar sacando un pelo de la boca. Vuelve. Me agarra las bolas. La tiene toda adentro. Vuelve a toser.
“Treinta, siguiente”.
Sin las manos. Me aprieta la cabeza con los labios. La lengua da golpecitos. Esta va mejor. Estoy al re palo. No uses las manos, nena, porque acabo.
“Treinta, siguiente.”
Nada.
“Dale vos. Sí”.
Manos grandes. ¿No será un traba? Se me empieza a aflojar.
“Ay…se le está bajando” -escucho la voz de gallega trucha. Recupero vigor. Esta coordina las manos y la boca. Bien ahí.
“Listo, siguiente.”
Me agarra la mano y me hace parar. Tiene manos chicas y piel suave. Me agarra del culo con las dos manos y empieza. No mueve la cabeza, me mueve a mí. Si no fuese por los intervalos y la curiosidad, ya hubiese acabado.
“Tiempo, siguiente.”
Bien, nena. Esta es puro lengua. Empezó por las bolas y recorrió todo hasta la cabeza. Para mi gusto me está apretando de más. Larga un suspiro. Qué chanta. Nunca entendí a las chicas que suspiran mientras la chupan. Suena a actuación complaciente.
“Treinta, voy yo.”
¿Para qué? Arrancó con todo y yo no aguanto más. Me está bordeando el nacimiento del glande con sus dientes, y tiene un dedo peligrosamente cerca de mi culo.
“¿Te gusta?”- me pregunta.
Mi respuesta fue una terrible acabada, directo a la campanita. Noto que la sorprendí porque se tira un poco hacia atrás. Igual, no deja de succionar todo hasta dejarme limpito.
“Bueno, chicas, pensé que me iba a durar más…pero bue…mmm…rica como siempre.” –la imagino con la boca abierta y sacando la lengua para mostrar que se tragó todo, eso siempre me lo hacía- “Ahora que Consoleitor ya acabó, le vamos a dar unos minutos y volvemos…esta vez va a durar más, lo conozco.”
Tengo unas ganas de sacarme la capucha y verle la cara a las chupadoras. Material de archivo, digamos. Suele venir la sequía después de semejante bonanza. Hay que estar preparado para eso.
“¿Cuál te calentó más?”-otra vez hacia mi.
“Vos”- digo y me arrepiento de la respuesta boluda.
“Ya sé…¿cuál de las chicas? Fueron seis, decí un número.
“La que me hizo parar. No sé que número era”.
“Muy bien, número cinco. Sigamos.”-hacia mi- “Acostate y sacate la bata. Sólo la batita, lindo.”
Quede boca arriba con la sensación de que las chicas estaban muy cerca. Una a una siento con van hundiendo el colchón. La voz de mi ex todavía permanece de pie.
“Vamos desde arriba.”-acercándose. –“No acabes de toque, nene”- al oído.
Concentración. Concentración. Seguro que ahora la turra va a hacer lo imposible para que acabe. Siempre quieren lo contrario que te piden. Empecé a sentir sus manos desde mi rodilla. Suben. Suben hacia mi verga. Van por la parte interna de los muslos. Apenas se apoyan, pero dejan marcado su recorrido. Las dos manos avanzan coordinadas. Llegan las dos en la ingle. Nadie habla. Los dedos rozan los mis afeitadas bolas. No puedo evitarlo y suspiro. De golpe los dedos se retiran y vuelven húmedos. Esa humedad caliente pinta mis huevos. Ahora agarra la base de mi pija con fuerza. Sangre coagulada. Sangre coagulada.
-“Presten atención.”
Primero la lengua toca la punta del glande que enseguida desaparece dentro de su boca. Se mueve rotando hacia ambos lados. Se la mete casi toda en la boca antes de salir de golpe. Imagino mi verga brillante, erguida y entregada. No termino de imaginarlo que ya está jugando con sus uñas. Lo bueno es que nunca voy a acabar así. El juego al límite de las uñas te pone como loco, pero ese riesgo es el que te mantiene contenido, y se te frunce el orto a más no poder.
-“Vení vos primero”. ¡Dios! –“Empezá por acá”
Tengo tres manos tocándome. Mi ex sigue con las uñas e imagino que la número uno es la que me está masajeando las bolas. Las uñas paran. Siento un frío por un instante. Ahora tengo a la número uno prendida a punta de la chota. ¡Mamá! ¡Qué rápido que aprenden! Debe ser por lo competitivas que son las minas. Ya la tiene toda adentro. Hermosa. Uia! Empieza a improvisar. ¡El culo no! No puedo evitar una reacción que corta el clima.
-“Siguiente”.
¿Por qué no las mandás de a dos, che? Otra vez arrancamos con la punta, la rotación, y yo no voy a aguantar mucho más. Las manos en las bolas, más giro de cabeza y toda tuya, nena, ni sé quién sos.
-“Tenés que tragar, ya lo hablamos.” –su voz tapó mi intento de grito. “Así, así…muy bien, a ver…bien. Ahora vamos a volver al otro cuarto y seguimos con un consolador de verdad. Y ya saben que nadie se puede resistir a una buena chupada. Vamos”.
Estoy solo en el cuarto otra vez. Sigo al palo. Me saco la capucha. No veo restos de acción. ¿Qué mierda hago? Para un tercero van a tener que esperar un rato, y no aseguro nada. Me fumo medio pucho y después un porro del rico. ¿En qué me metí? ¿Cuáles serán las letras chicas de este paraíso? ¿Están hablando de mi? Sí, seguro. Me estiro a lo ancho de la cama. Si vienen los novios son una banda, desastre. El porro me cortó el hambre. Prendo la compu. Busco el Messenger. Usuario. Contraseña. Conectado. Pin! Se abre una ventana con smile fiestero. Es Caro, una pendeja que me está quemando la cabeza pero todavía no entregó. “Hola”-le escribo- “todok?”. Miro la lista de conectados y no veo a ninguno de los pibes. Caro contesta: “Sí. Mi novio está de viaje. ¿querés ver un dvd a casa?”. “Sí, termino un partido de truco y voy.” Después de tanta chupada de pija, necesito un beso, algo. Miro la ventana por la que entramos la vez nos habíamos olvidado la llave. Me visto y salto al patio interno del edificio. Ahora tengo que esperar que algún vecino salga. Aparece uno con trayendo bolsas de basura. Perfecto. Estoy afuera. Paro un taxi. Es una mina. Le estoy por dar la dirección de Caro pero no, la hago encarar para Belgrano. Prendo el celular y escribo un sms buscando a los pibes. Antes de hacer tres cuadras ya tengo destino. Me pongo los auriculares para evitar cualquier conversación con la tachera, mientras miro sin hacer foco por la ventanilla.  Se me escapa una risa al mismo tiempo que me pregunto: “-¿Me estaré haciendo gay?”

Gustavo Guaglianone - GSTV

jueves, 10 de marzo de 2011

La Mirada Pervertida

Por José María Ponce
Fotografías: Albert Serradó

El genial, sorprendente y siempre ingenioso Billy Wilder se felicitaba, allá por los años 50, por el éxito de la recién llegada televisión con el argumento de que por fin los profesionales del cine tenían a quien mirar por encima del hombro.
Muchos años después, los trabajadores de un medio como el televisivo, que parece llevar la palabra basura a modo de apellido, también pueden estar contentos y mirar con superioridad a quienes trabajan en la industria del cine y las revistas para adultos, probablemente el sector con signos más artísticamente despreciables de este mundo.
El conjunto de tópicos y frases hechas que rodean al mundo del porno, parecen tener como objetivo último negar el pan y la sal a quienes se les supone llevados por un único afán mercantilista.
Desgraciadamente, en muchos casos es verdad.
El proceso degenerativo de un cine porno cada vez más ausente de contenidos y envuelto en lamentables continentes, no debería hacer olvidar el hecho de que como medio expresivo, la imagen pornográfica, sujeta únicamente a la reproducción sexual, ofrece infinitas posibilidades. 

Albert Serradó, director de fotografía, operador de cámara y fotógrafo vocacional, es uno de esos exploradores de la luz empeñados en recrear la imagen pornográfica. Con medios muchas veces limitados, Albert investiga matices de la iluminación siempre sorprendentes, saca partido a localizaciones desnudas o recrea ambientes cargados de sutilezas lumínicas. 
Hemos trabajado juntos en varias películas, algunas como "Gothix" y "Faust" internacionalmente reconocidas, y puedo dar fe de su meticulosidad y su entrega, pero también de su sensibilidad y su talento. Por eso he querido iniciar mis colaboraciones en Fatale con algunas imágenes significativas de sus inquietudes estéticas. Fotos que van desde la sutil ironía hasta el ejercicio visual y esteticista, desde el retrato adornado por el humor, hasta la investigación vanguardista.
Las fotografías que ahora presentamos fueron realizadas en el transcurso del rodaje de una escena para una película de episodios. Se realizaron sobre un soporte de película, no digital, y han sido posteriormente tratadas. En ellas se puede reconocer a actores y actrices tan populares como Max Cortés, Jane Darlin, Sara Bernat o Silvia Lancombe.
Juzguen ustedes mismos.


martes, 8 de marzo de 2011

8 de marzo. Día internacional de la mujer

"La mujer invisible"

Y así fue como comenzó la historia de la desaparición de ella. A partir de una mirada de otro empezó a desvanecerse en el aire. Primero desparecieron sus ideas, sus fundamentos, sus necesidades; los sueños, las ambiciones, los deseos; las elucubraciones, su bondad y su maldad. Una vez despojada de entidad humana, de todo aquello que la conformaba como mujer sensible, pasó a desaparecer la mujer “física”, y el entrecomillado obedece a una referencia a un espectro amplio de sensaciones personales y corporales; sobre todo corporales, y no a su capacidad para conmocionar al mundo de las dimensiones; de a poquito algunas características físicas comenzaron a menguar, a ensombrecerse, a volverse densa calina, a enneblinarse. Primero el pelo, luego las uñas, luego la piel despojada de terminaciones nerviosas, epidermis de codos y rodillas; finalmente, a medida que aumentaba la lubricidad del observador, comenzaron a desparecer los restos de atributos que hacían de Nicole una persona, dejando a la vista, y ya despojada de ropa, solamente los genitales, los pechos y la boca, acaso el principio del decir sexual, génesis del beso y del primer intercambio fluídico.
En ningún momento habló con su amigo ni hizo referencia a lo que estaba viendo. De hecho, algunas de las personas que estaban hablando con Nicole siguieron hablando con un par de pechos, con una boca que se movía rítmicamente pero sin emitir sonido, y con unos genitales que a ojos del obnubilado núbil parecían moverse sincronizado con los labios superiores. Claro que los interlocutores reales de la mujer jamás percibieron un cambio tan drástico en su amiga, aunque tampoco ellos estaban despojados de algún dejo de poder neblinoso en los ojos; como si fueran unos supermanes que en lugar de rayos x, contaran con una mirada de avanzada en cuanto a derechismo de género, y ya no fantasearan con ver desnudas a las mujeres por la calle, sino que insistieran en despojarlo de todo lo que no la ornamentase en función del deber estético masculino. Heidegger, qué fuera de moda está, insistía en remarcar las estrategias de apelotudamiento que el hombre pone delante suyo, de puro miedoso nomás, para no tener que enfrentar la finitud, y lo que se debe desear estaba entre una de ellas. Los hombres, y muchas mujeres, se sientan a dejarse permear los gustos a fin de pertenecer al mundo que ha superado el dolor existencial. Sería tan alegre ver a la humanidad triste porque es más humana, y comenzara de esa forma el camino de la eternidad, decía Gervasia Achaval, a medida que boyaba en ríos misteriosos, siempre de día, con la niebla fresca apenitas por encima del agua. Y hablo de Gervasia porque era amiga de Nicole, con quien habían compartido más de una confesión, impensadas, algunas, por Gervasia, hasta que la conoció a esa rubia quince años menor pero con la mirada límpida, par. Con quién hablar de los dolores y los placeres con el mismo hombre; con quién charlar del golpe dulce, del cual es casi imposible alejarse, del cariño hecho dureza, de la rebelión y del deseo rebullendo silencioso, de la ausencia y del amor que pareciera de otra existencia.
 En algún momento de la noche, y a medida que los canelazos se iban trasegando garguero abajo, las imágenes y sus modelos no fueron prevaleciendo en la psiquis del joven. Podía comprender claramente que la mujer invisible estaba dispuesta, que se ofrecía incluso para él, destinatario habitual de desdenes y palizas; de ocios renegados y cabeza al piso buscando algo.
 Hacía un tiempo largo que se había decidido a robar, lo cual le redundaba en un beneficio económico rápido, sin esfuerzo y que le permitía acudir a determinados lugares que hasta hacía pocos meses le estaban vedados. Miraba los labios parlantes que se iban despidiendo; una cohorte de superfluos pelucones iban despidiéndose con cierta parsimonia y con un protocolo respetuoso que nada hubieran envidiado a las galanterías funestas del siglo pasado. Los labios sonreían, puro diente y rojo, puro adentro invisible, pura oscuridad llena de lujo.
 Los labios y los pechos, y los genitales, sin ningún puente físico que los aunara, caminaron rumbo a la puerta contoneando un culo blanco y hasta el momento firme y silencioso.
 Esperó un minuto a que hubiera salido y salió a la niebla de Camino de Orellana.
 No le costó trabajo verla descendiendo la calle húmeda y sinuosa. Parecía una calle recreada para una película; era natural que los pies de la mujer invisible no se vieran ni se escucharan, pero las zapatillas de él no eran evanescentes aunque sí ásonas, parecía que se posaran sobre una nada, unos pocos armstrong por sobre la brillante superficie de la calle que se delataba con una pátina de agua, siempre hacia abajo, y aquí me despego de la falsa metáfora, ya que la calle no rebusca el averno sino el agua siempre nueva de un río, la calle ladera no trae nieve pero condensa la humedad de todo el valle, y eso es bueno. La imagen debería estar coloreada de pasteles suaves y cálidos, pero ello es imposible: la noche es cerrada, neblinosa, húmeda y fresca; con un hombre unos metros arriba y algunos más atrás de la mujer; el ideal desaparecido contoneando sin péndulo de sostén cada vez más devorada por la névoa de homem e naturaza.
 Ni bien pasaron la última casa, la de al lado de la casa de la palmera, que ostenta cicatrices de tres generaciones de pibes, de cuatro de hombres tristes y violentos, de cinco de alcoholes paupérrimos, y seis o siete de lo mismo, siempre lo mismo, se desaforó la brisca gigantesca de posibilidades; ni bien pasaron esa casa, decía, la calle comenzaba a dar un giro que hará de giro a la historia. Un malandro apura un paso y una mujer, ya no invisible porque ella se está pensando, se siente invisibilizada pero corpórea, experimenta ese recorrer de cucarachas por la columna vertebral que nimba el poder de obnubilación de cualquier celo desmedido, y entonces otra vez poseedora de pabellones auditivos amplifica el roce de la goma que se despega a mayor velocidad y que chirria dentro suyo bombeando adrenalina y glóbulos rojos cargados de oxígeno hasta los muslos que ahora crepitan y la lanzan como una liebre a pesar de tener unos borcegos bastante resbaladizos.  A medida que la curva se iba cerrando ella debía aminorar la marcha para no derrapar, y él podía acortar la distancia exponencialmente. Al minuto de carrera el terreno había descendido lo suficiente como para haber dejado arriba la neblina, si es que le es dado moverse al camino, en lugar de simplificar y referirnos a ellos dos y a la distancia que se achicaba entre curva y curva. Al llegar a la parte más baja de Guápulo, casi a la altura de la pileta municipal, el claro era absoluto. Ella parecía ganar peso en una perversa proporcionalidad inversa, que a mayor ser visible, mayor peso adquiría ella y los borcegos de cuero. En un momento dado se detuvo de golpe, y el furibundo depravado, mirada desencajada por la velocidad y el deseo, tuvo un segundo para pensar “está entregada, ya está.”. En ese segundo ella se apartó en cámara lenta, se corrió unos pasos observándolo llegar casi hasta ella a la carrera desbocada, y ahí el placer de ella, al ver la cara de sorpresa del atleta violinardo, al darse cuenta que ella ya no tenía borceguíes, que su ropa había cambiado en un santiamén, y había sido suplantada por una pollera blanca y una blusa celeste cielo bordada y una especie de caperuza azul, tornándose sutil añil en los bordes; la cara estupefacta del sátiro irreverente al ver que ella, Gervasia joven y ancestral ni siquiera era rubia y mucho menos gringa, que ni siquiera tenía miedo; y una décima de tiempo después, él dando de bruces con seis jóvenes quitus.


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